Reflexiones de Cuarentena Día 5

Reflexiones de Cuarentena Día 5

Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. (Salmo 23:5)
Hemos visto cómo el pastor provee sustento, restaura, conduce por sendas de justicia, pasando a sus ovejas a veces por el valle de sombra de muerte. El destino es la casa del padre, sobre el que el salmista hablará al final. Pero antes tiene algo importante que decir sobre su pastor: Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, has llenado mi copa hasta rebosar. (versión Dios Habla Hoy)
El salmista se aparta momentáneamente del símil que ha estado usando con el mundo de las ovejas, y en esta porción convierte al pastor en un anfitrión que invita a sus ovejas a sentarse a la mesa beneficiándoles en varias maneras, porque:
1. Les prepara un banquete en presencia (ante los ojos) de sus enemigos. Dios no deja en vergüenza a sus ovejas delante de los que buscan hacerles daño sino que, al contrario, las coloca en un lugar de honor comparable con prepararles una comida especial frente a ellos, sentándolas a la mesa. El convierte el ataque y la persecución de los enemigos en un banquete en el que quedan humillados. David con esto quiere resaltar que Dios respalda a los justos y aunque el enemigo les quiera ver derrotados en escasez y miseria, Dios les reivindica y les provee públicamente.
Para David la idea de «enemigos» era diferente que para nosotros pues el fue un guerrero en ocasiones fugitivo de ejércitos enemigos. Para los creyentes hoy no es una opción, sin embargo, cortar relaciones ásperamente con los que piensan diferente. Al contrario, el Dios nos manda a amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer el bien a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y nos persiguen. Ese es nuestro rol con ellos. Ahora, Dios nos reivindica, defiende y nos hace justicia.
¿Quienes son hoy los enemigos de las ovejas? Los que se oponen a ellas y las persiguen por ser tales buscando su mal. Dios en su tiempo las honrará preparando un banquete ante los ojos de esos enemigos. Así que «Gozaos y alegraos porque vuestro galardón es grande». Los creyentes tampoco ignoran las maquinaciones de un enemigo de sus almas que anda como león rugiente buscando a quien devorar. El que vino a matar, hurtar y destruir. Ese enemigo fue vencido y cuando se cumpla su tiempo será destruido a la vista de todos y no podrá seguir haciendo daño.
2) Unge sus cabezas con aceite. En la versión Dios Habla Hoy dice: has vertido perfume en mi cabeza. David parece referirse a un hábito de hospitalidad con que los orientales recibían visitantes viajeros en sus tiendas de campaña en el desierto. De esa forma agasajaban y les daban protección a esos viajeros por esa noche. El gesto llegó a los días de Jesús quien entró a la casa de Simón el fariseo tras recibir un gesto de arrepentimiento de una mujer pecadora, reprendió a Simón diciéndole: No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido con ungüento mis pies. Era, por tanto, un gesto de hospitalidad.
Aquí Dios mismo unge a David con lo que, en cierta forma, momentáneamente deja de tratarle como a para convertirle en un invitado de honor. El unge la cabeza de sus hijos con aceite perfumado y les da la bienvenida. La unción con óleo perfumado es un símbolo del Espíritu Santo y era usada para dedicar a reyes, sacerdotes o utensilios para el servicio del templo. David, entonces, alude a un acto de bienvenida, bendición y dedicación para el servicio de Dios quien nos capacita con dones para edificar el resto de la comunidad.
3) Llena su copa a rebosar. Como anfitrión no sólo prepara banquete frente a los adversarios tratando su oveja como un invitado de honor, ungiendo su cabeza con el aceite de su Espíritu Santo, sino que llena su copa hasta rebosar. Puede ser una referencia al gozo a veces desbordante que acompaña a toda oveja de ese pastor. Pero El ha bendecido a sus ovejas con abundancia no solo para satisfacer sus necesidades sino también para que puedan ayudar a otros. Si Dios nos da algo hasta desbordar, entonces debemos considerar dar de eso generosamente a otros que necesitan. El Buen Pastor dijo yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia o sea que podemos y debemos repartir de esa vida abundante convirtiéndonos en canales de bendición, administradores de la multiforme gracia de Dios, ministros de la reconciliación.
Con ese propósito llena nuestra copa hasta rebosar.

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