Reflexiones desde Venezuela

Reflexiones desde Venezuela

POR FIDELIO DESPRADEL
Hace ya un tiempo que pasé de los 40 años de experiencia política, y nunca había vivido una polarización política y social como la que se vive hoy en Venezuela. Tampoco había percibido un ambiente tan enrarecido y cargado de malos presagios. Si el próximo 15 de agosto a alguien se le ocurre gritar «fraude», o adelantar un triunfo que hoy se ve tan incierto, es muy probable que este polvorín contenido, estalle, involucrando a toda la sociedad venezolana, sin distingos de abolengos o clase, en un torbellino de imprevisibles consecuencias.

Pero resulta que lo que está en juego hoy en Venezuela no es la muerte de la llamada «vieja sociedad», ante el embate de las fuerzas de los trabajadores, soldados y campesinos, como pasaba en Rusia en octubre de 1917. ¡No! No es eso lo que está en juego en la Venezuela de hoy.

Chávez encabeza un proyecto desarrollista, con participación popular y visión continental. Y contra ese proyecto, los viejos dueños de Venezuela han logrado arrastrar a sectores que, de acuerdo a sus intereses y  tradición, no tienen otra opción progresista que no sea el apoyo al proceso encarnado por Hugo Chávez, quien ha logrado reunir tras de si a una parte fundamental de los sectores  pobres de la población, y parte de las clases medias.

«La Patria es de Todos», es la consigna que levantan los sectores oligárquicos que se oponen militantemente a Chávez. Y la gran pegada de esa consigna lo que deja ver es la forma cómo los sectores que han dominado a Venezuela desde mediados de los 60s, repartiendo en su provecho los inmensos recursos de una rica nación, han aprovechado las brechas que los errores de Chávez (que no invalidan su potencialidad positiva) y la ineficacia de una burocracia estatal que se parece demasiado a todas nuestras burocracias, han brindado para producir una de las polarizaciones más aberrantes y radicales de cuantas se han producido en el grueso de los procesos políticos de nuestra América.

«La oposición anuncia que dará resultados del revocatorio en horas de la tarde». Así reza uno de los principales titulares del periódico El Nacional, del lunes 9 de agosto, citando en el cuerpo de la noticia las declaraciones de Enrique Mendoza, máximo representante de la Coordinadora Democrática, principal organización antichavista de la oligarquía venezolana, quien planteó que: «nosotros podemos decir a los cuatro vientos del mundo, en el momento preciso cuando obtengamos la victoria.»

La posibilidad de que a las dos de la tarde del día de las elecciones (que según el Consejo Nacional Electoral se prolongarán hasta que quede un venezolano sin votar), la Coordinadora Democrática adelante su «triunfo» es lo mismo que acercar un fósforo a un barril de pólvora.

Porque resulta que es de vital importancia para los norteamericanos que Hugo Chávez no se consolide en la Patria de Bolívar. Y después de Irak, Afganistán, El Pinochet de 1973, de los «Contra» de Nicaragua y El Salvador,  de la Operación Cóndor, fraguada por el señor Kissenger, de la impune masacre de Israel contra el pueblo palestino, y de la intervención de nuestro propio país, en 1965, nada bueno puede esperarse del gobierno norteamericano.

Un enfrentamiento fratricida en Venezuela, que los norteamericanos pueden precipitar, dado los niveles actuales de confrontación, bien puede servir a los intereses del imperio, en toda América Latina.

Todo ello nos conduce a las cruciales elecciones del próximo domingo, 15 de agosto. Las distintas encuestas evidencian la existencia de un sector, denominado los «ni-ni» (ni con la oligarquía y los yanquis, ni con Chávez), que sumando decenas de personas, inclinarán las votaciones hacía una victoria abrumadora, a favor de uno u otro bando.

Los bautizados «ni-ni», no tienen nada que buscar en el campo de la oligarquía que controló Venezuela desde mediados de los 60s.  Sólo el peso muerto de una parte de los burócratas (síndicos, gobernadores, funcionarios gubernamentales, otros), y los propios errores de Chávez (quién aprende a la carrera la función de un gobernante popular y progresista), mantiene alejado del campo del «chavismo» a estos millares de militantes y activistas.

La única alternativa segura que tiene la llamada oposición (Alternativa Democrática) es una Venezuela que entrega su petróleo y su hierro a los Estados Unidos, y una Venezuela que entierra sus sueños de Soberanía, de Desarrollo Independiente y de ampliación del mercado interior, en base a una distribución equitativa de las inmensas riquezas, hoy en manos del Estado, a un desarrollo del campo y de la Soberanía Alimentaria y de una integración, con participación popular, con los demás países de América.

Sólo la Revolución Bolivariana, con las rectificaciones a las que se vería obligada por la participación activa de las masas y la integración de lo mejor de los llamados «ni-ni», constituye un horizonte esperanzador, no sólo para Venezuela sino para las demás Naciones y Pueblos de América.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas