Reflexiones disímiles y “utópicas”

Reflexiones disímiles y “utópicas”

La utopía está  en el horizonte. Me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se aleja diez pasos. Por mucho que yo camine, jamás lograré alcanzarla. ¿Para qué sirve la utopía, entonces? Para eso sirve; para caminar”. Esta cita es del escritor uruguayo Eduardo Galeano. En el reciente viaje a Montevideo, el guía nos mostró su casa. Siempre al terminar el año hacemos como mucha gente, reflexiones sobre el futuro no solo propio, sino por igual del país y del mundo.

Nuestro amanzanado cerebro nos motiva a hacer juicios utópicos sobre el futuro, claro que sin engollamientos y mucho menos con revestimientos áureos que dejamos a los expertos en cada campo de los que nos inscribimos en ellos con estolidez. Sabemos que serán los factores económicos los principales a tratar en este año que se iniciará pronto, pero no los únicos expectables para el 2009 y que a nuestro modo de ver se tornará  inextricable y que desde nuestra osatura hasta mi más pensante neurona, confieso públicamente que no logramos ser percibidores de tanta complejidad, y en ocasiones nos sentimos sentados en un sucucho muy cercano a  una pátina.

Sin ser iconoclastas,  una cosa es real, esos grandes capitalistas han demostrado ser ferales y con un gran tarascón para engullirnos y que por su gran voracidad han producido el estropicio en que se encuentra el mundo de hoy, partiendo del hecho de que las economías del mundo están entrelazadas, y no escapamos nosotros a la realidad de ser un país de los que han  sido emasculados en su desarrollo.

Quisiéramos que la clase política nacional se asumiera más cerca de un proyecto de nación, más cerca de lo conveniente a las mayorías y abandonando los chirimbolos y jolgorios a los que nos tienen acostumbrados, nos propongamos con buena voluntad, todos, en un diálogo franco y  verdaderamente productivo, hacer una vindicación al bien del país, y alejados de esas conductas canículas que hasta hoy no han dado más resultados que las grandes divisiones sociales, con abismos entre la pobreza y la opulencia, que en ocasiones nos parecen insalvables.

Sin oír esas enrevesadas conductas de las garrulerías de los agoreros que pronostican el inminente “desastre”, nos inscribimos entre los que aceptando la realidad mundial de abigarradas soluciones y pronósticos, insisto que seguiremos por buenos  boscajes y que no iremos como nación a parar a bajíos oscuros ni marismas tenebrosas, y que habremos de exultar la proverbial conducta de un pueblo que ha decidido mantener sus propósitos de paz y de progreso, por encima de los retos propios de los tiempos y sabemos que habrá de defenderlos hasta la holergasia. Para eso está la utopía, para ayudarnos a seguir y por qué no para soñar con una mejor nación.

Los principios éticos han existido desde la antigüedad, pero la “modernidad” los ha convertido en figuras seráficas, entendemos debemos reinventarlos o simplemente aplicarlos en la sociedad de manera piramidal y hacer de su implementación una algazara para que las relaciones entre dominicanos de todas las clases sociales sean más justas, y podamos entonces hacer caracoleos frente a la pobreza, la mala educación, la violencia, la inseguridad, las drogas, la insalubridad, etc.

Sé que habremos de sortear la crisis, sabemos que así será a pesar del rictus y las boruscas de aquellos que apuestan siempre al desastre. Sin ser nigromante, sabemos que habremos de encontrar el busilis, con la participación de todos, y un buen timonel, no habrá cancanear en esta crisis. Para así, sin discatabriosis, podamos levantar la copa del mejor de los vinos y  brindar por el bienestar, el progreso, la mejoría del país en todos los órdenes, la paz, no solo local, sino del mundo, y pedirle al Supremo Hacedor que nos ilumine para el diálogo y la concertación,  que burile un mejor futuro para cada uno de nosotros.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas