Aunque muchos todavía cifran sus esperanzas en la legendaria – y a veces vilipendiada Vieja Belén -concluyen hoy las festividades navideñas, con los regalos de los Santos Reyes Magos.

He adelantado algunos buenos deseos para el Año Nuevo, examinado ya el 2008, período caracterizado por los grandes desafíos de la economía mundial y los demoledores efectos de los fenómenos naturales.

Los dominicanos, lo he dejado expresado en blanco y negro, tenemos enormes retos no sólo para el año recién iniciado, sino además en los períodos que vendrán luego.

Desafíos que suponen denodados esfuerzos por superar las metas trazadas, ser eficientes y productivos, y contribuir con los anhelos de un mejor país.

Debemos ser cada día mejores ciudadanos, abrazar con solemnidad los ideales patrios y respetar con decidido interés las normas éticas y morales.

Como sociedad nos toca asumir el fiel compromiso de apegarnos a los valores espirituales, y dejar atrás la falsa idea de que los bienes materiales nos conducen a la eternidad.

De los gobernantes debemos esperar, y exigir, mayor transparencia en sus actuaciones; decirles que la población confía en un cambio de rumbo en la dirección del Estado.

No en vano lucharon libertadores y restauradores, a fin de que pudiésemos tener una nación respetada y admirada.

Que se actúe con sujeción a la verdad como único norte.

Reflexionemos todos si cuanto hemos aportado ha sido suficiente para imitar el ejemplo del liderazgo que sembró para que  cosecháramos los frutos de la dignidad.