Estimados compañeros y compañeras:
Hace más de diez años acariciamos la idea de construir un mecanismo que organizará bajo el mismo paraguas a toda la clase política partidaria, el Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana (FOPPPREDOM), en los albores de esos primeros encuentros asistimos entusiasmados y enamorados de un proyecto que unificaría a la clase política dominicana, haciéndole conciencia de los propósitos del mismo y estableciendo como criterio base “unidad en la diversidad”.
Hoy vemos como todo este esfuerzo por la unidad y armonía de la clase política se está haciendo pedazos, auspiciado por agentes externos que buscan mantenerla dividida permanentemente, y penosamente al parecer lo está logrando. De manera reiterada hemos expresado que los verdaderos beneficiarios de la corrupción en nuestro país son: empresarios, contratistas, lobbistas y cercanos oportunistas.
Este pueblo en su devenir histórico siempre ha estado dividido, situación que ha permitido que los sectores económicos predominantes, decidieran siempre el destino de la República, casi siempre se pusieron por encima los intereses partidistas a los supremos principios de la Nación, es por eso que hombres excelsos como el profesor Juan Bosch y el Dr. Peña Gómez no pudieron dejarnos un legado de realizaciones desde la mansión de Gazcue.
Nuestra Nación ha estado signada por el fatalismo, por tiranías y dictaduras, que poco espacio le han permitido a la democracia, que aunque imperfecta hasta lo exasperante es la que tenemos y la que nuestra particular idiosincrasia nos ha consentido tener, la que se parece a nosotros, porque no somos suizos ni lo seremos, porque nuestra forma de pensar y actuar dista mucho de alcanzar a quiméricos sistemas alejados de nuestra raíces que moldearon nuestro particular proceder, porque nadie absolutamente nadie, llega al poder en esta media isla sin ensuciarse aunque sea un poco, simple: porque el poder compromete siempre al que busca llegar a él, somos todos pues parte de un engranaje que para cambiarlo tendríamos primero que transformar totalmente la mentalidad de nuestros ciudadanos.
Creo loable que idealistas deseen de repente cambiarlo todo y que la integridad huérfana como virtud humana por estos lares sean normas, donde producto de los nuevos criterios de la vida light, habría que salir con la lámpara de Diógenes para buscar en el mundo capitalista de hoy, donde lo material se impone como precepto y sistema, que puedan existir hombres que deseen como virtud la pobreza material extrema.
No crítico de forma alguna a los que aspiran una nueva sociedad libre de la corrupción, estoy de acuerdo que se inicien unas series de acciones en ese sentido pero, debe ser producto de un gran Pacto Político-social que comprometa a las actuales y futuras generaciones con la lucha contra el peculado o el robo descarado de los fondos públicos pero, desde hace años iniciamos una lucha por la transparencia de manera parcializada, como cuando se persiguió a los principales integrantes del Gobierno de Salvador Jorge Blanco, llevándole a él mismo a la cárcel, todo un teatro de medias verdades y medias mentiras que acusaba un común denominador: las imputaciones de corrupción.
Desde 1982 hasta ahora cumpliremos 40 años utilizando la poderosa arma del combate contra la corrupción administrativa, como el símbolo de las campañas de todos los aspirantes a sentarse en la silla de alfileres, todos sin duda alguna lo han enarbolado sin embargo, ninguno hasta ahora lo ha conseguido, por diferentes razones que huelga aquí mencionar pero, todos absolutamente todos han usado éstos como mecanismo electoralista, para ilusionar al pueblo y presentarse como adalid de la justicia, el más emblemático caso lo fue el Dr. Balaguer, que encarceló a Salvador pero, que en sus primeros 12 años hizo más de 300 nuevos millonarios, aunque a su favor he decir que en términos personales no dejo patrimonio importante alguno.
Se inició desde el Gobierno de Danilo Medina el proceso de Peruanización de la Política, todos los casos llevados a juicio: ODEBRECHT, TUCANOS, OISOE, entre otros, buscaron más desprestigiar a los adversarios que recuperarle al Estado lo hurtado, sí así lo hubo, caminamos tal vez con matices diferentes hoy a lo mismo, reconociendo que hay una sociedad indignada por los escandalosos actos de megacorrupción que no podemos negar pero, si nos damos cuenta en casi todos los casos los grandes beneficiarios de los mismos no son cuadros políticos no obstante, a los que con escarnio público nos están culpando de lo que ha pasado es a lo que no nos hemos beneficiado en términos particulares que son los auténticos integrantes de la clase política: las dirigencias partidarias.
Caminamos sin demora a lo que existe hoy en el Perú, un modelo autodestructivo que tiene como haber a 6 expresidentes presos o sometidos más el suicidio del más brillante político de los últimos tiempos en la tierra de José de San Martín, después de don Víctor Raúl Haya de la Torre, el elocuente orador y expresidente, Dr. Alan García.
La clase política peruana ha hundido la democracia y tiene a esa Nación en una de sus peores crisis institucionales, todo porque decidieron destruirse todos unos contra otros, lo que sí demostró las elecciones de primera vuelta presidencial de ese país es que ninguna opción partidaria tradicional obtuvo un importante apoyo del electorado y en esta segunda vuelta tiene como casi ganador de la misma a los antipolíticos populistas de izquierda.
La vendetta en política tiene en sí misma el germen de la autodestrucción, y en los linchamientos mediáticos se tiene la altísima posibilidad de que los linchados posteriormente también sean los mismos patrocinadores, porque en esta lucha fratricida y de exterminio ¡se sacarán todos los ojos, por lo que se quedarán todos ciegos!
Insuflados los odios sociales producto de las frustraciones de los que no les ha tocado la oportunidad para hacerlos mucho peor que los acusados, estos nuevos actores le dan mayor espectacularidad al tema y como guiones de películas lo presentan para darle en matiz de ficción a un insaciable interés público de saber cuál es el próximo capítulo o cuándo será la próxima temporada de la serie.
Mientras nos matamos, nos desacreditamos, nos enemistamos, se mofan de nosotros los brillantes anónimos dueños de los patrimonios inmensos de la corrupción, empresarios, contratistas y lobbistas, porque nosotros nos autoinculpamos mientras ellos disfrutan en libertad total lo robado, discúlpenme, ¡qué tontos útiles somos!
En este carrusel de la autodestrucción me niego a participar a favor de nadie, no me sumare a hacerle de cómplice a nuestros verdaderos adversarios, entiendo que algunos se sientan cómodo con hacerse los
superhéroes cubriendo el ataúd de su compañero de clase política, para que en un tiempo perdido en el futuro les toque también a ellos estar adentro y otros le recen El Santo Rosario al triste difunto.
¿Cuántos apellidos sonoros hay en la cárcel? ¿Cuánto dinero se ha recuperado? ¿Cómo exponen sus cabezas para que los degüelle, los que desean nuestros espacios? No lo duden la antipolítica crecerá en el terreno fértil de la diatriba, del desprestigio, de la persecución y la venganza como vamos se alzarán tal vez con la presea del poder y si seguimos así nos barrerán a todos, porque sucumbimos ante la arrogancia cayendo en el trance de aceptación de un síndrome de híbris, que nos hace ver cuando estamos arriba como todopoderosos e infalibles para después tener una realidad que nos dé en la cara, ya de nuevo en la oposición teniendo que admitir que estábamos equivocados.
Esta guerra no la ganará nadie, muy por el contrario la perderemos todos, y con ello ponen en riesgo que colapse lo que nos queda de democracia. La mayoría de esta generación no aportó casi nada para construirla pero, están haciendo todo para destruirla.
Yo no participaré en proyecto electoral alguno donde la venganza sea el “leitmotiv”, donde el odio atrape nuestros sentimientos, la diatriba sean nuestras acciones y la retaliación sea la respuesta a la crítica constructiva.
Los que deseen utilizar cuantas armas tengan a la mano para autodestruirse, tendrán de frente el juicio implacable de la historia, afectarán su nombre y al fin producto de este círculo infernal del odio destruirán la moral hasta de sus seres más queridos.
Estamos pues en una sociedad líquida, donde acumulamos las malquerencias digitales de unas redes sociales que buscan en sus frustraciones crear las condiciones en la que vivimos hoy, ¡la guerra de todos contra todos!, el que sobreviva a la misma apague el bombillo que alumbra la patria, conmigo no cuenten para su carrusel de la revancha, ¡simplemente, yo no participo!