Reflexiones en el Día de Duarte

Reflexiones en el Día de Duarte

POR ELEANOR GRIMALDI SILIÉ
Un 26 de enero vino a la vida uno de los hombres de sentimiento y pensamiento más preclaros que ha nacido en nuestro suelo. Hombre de gran serenidad y ecuanimidad.

Su sentimiento patrio se acentuaba en la medida en que se implantaban medidas que obligaban a los dominicanos a someterse a brutalidades y excesos de poder.

Las emigraciones de dominicanos y la lucha por la defensa de los derechos humanos no se hicieron  esperar.

Mientras esto ocurría, Duarte permanecía en Europa, en una época en que el mundo estaba envuelto en ideas de libertad, las cuales influyeron en el ánimo del patricio. Regresa después de cuatro años, en el año 1832, haciendo un viaje desde Saint Thomas a Puerto Rico y desde allí a nuestra Patria.

A su regreso, empezó a idear qué proyectos eran posibles para lograr la libertad de su suelo. Todo empezó a materializarse un 16 de julio de 1838 cuando después de algunos preparativos fundó la Sociedad Secreta La Trinitaria junto a un grupo de jóvenes que sellaron con su sangre el juramento concebido por Duarte.

Las estrategias a  que recurrió y el sellamiento de su compromiso con la firma del Juramento Trinitario empezaron un día, en que como dice José Ma. Serra: “Comenzaba en este momento a salir la procesión. ¡Feliz augurio! Nuestra sociedad se instalaba entre música, profusión de cohetes, repiques de campanas y esa alegría característica de nuestro pueblo, que da vida aún a las mismas cosas inanimadas”.

Quedaba claro que se formaría un Estado que se llamaría República Dominicana, el cual tendría su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca.

Al cabo de los días, los trinitarios contaban con varios revolucionarios: Sánchez, Mella, Vicente C. Duarte, Tomás Troncoso y otros. Duarte se opuso a la dictadura de Boyer e inició en 1843 junto a los trinitarios un movimiento revolucionario en Praslín, Haití, llamado La Reforma. A partir de ese momento su objetivo era cambiar el Gobierno, pero no entregar la parte Este.

Lograron derrocar a Boyer. Se iniciaron las persecusiones en contra de los trinitarios y Duarte se vio obligado a embarcarse hacia Venezuela junto a Pina y Pérez.

En Venezuela empezó a realizar gestiones por la causa nacional.

Sánchez y Vicente C. Duarte escribieron a Duarte solicitándole a costa de una estrella del cielo: “2.000, 1.000, 500 fusiles a lo menos, 4.000 cartuchos, dos y medio o tres quintales de plomo, 500 lanzas o las que puedas conseguir”.

Duarte como buen patriota hizo gestiones para obtener lo que se requería. Hizo colectas y logró ayudas.

Su desprendimiento llegó al extremo de solicitarle ayuda a su familia, a quien decía en una carta: “Se necesitan recursos, recursos supremos y cuyos recursos son que Uds., de mancomún conmigo y nuestro hermano Vicente ofrendemos en aras de  la Patria lo que a costa del amor y trabajo de nuestro padre hemos heredado”.

Recibió respuesta inmediata y la familia puso sus bienes al servicio de nuestra causa liberadora. Todos los dominicanos conocemos las peripecias y contradicciones que tuvo que enfrentar el grupo de los duartistas frente a la actitud de los conservadores. Los duartistas se vieron en la obligación de apresurar las gestiones para producir la Proclamación de la Independencia.

Duarte, aclamado por su pueblo, regresó el 15 de marzo de 1844, dedicándose a redactar su proyecto de Constitución. En este proyecto reflejó su actitud civilista y planteó la necesidad de que los dominicanos tuvieran una ley fundamental para poder gobernar. En este proyecto trató el tema de la libertad personal, civil e individual.

En el artículo 20 expresó: La nación está obligada a conservar y proteger por medio de sus delegados y a favor de leyes sabias y justas, la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los dominicanos que la componen sin olvidarse para con los  extraños, a quienes también se les debe justicia, de los deberes que impone la Filantropía”.

Si analizamos otros párrafos de su proyecto de Constitución, veremos reflejadas su claridad de pensamiento en relación a su concepción de nación.

Los sentimientos de Duarte fueron muy claros en todo sentido y a pesar de las conspiraciones y traiciones que tuvo que enfrentar de parte de un sector del pueblo, su sensibilidad humana y su fidelidad no se cuestionan.

En un párrafo de uno de sus mas afamados discursos dirigidos a la ciudad de Puerto Plata decía: “…Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la Patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos”.

Este pensamiento de Duarte ha sido tomado como una de las frases más expresivas sobre lo que opinaba sobre la unidad del pueblo dominicano.

Al ocurrir la entrada de Santana y tomar éste el gobierno, llamó a Duarte: “El anarquista Duarte”. Declaró a los trinitarios “Traidores a la Patria”, ordenando la persecusión de ellos  y Duarte fue apresado en la Torre del Homenaje y posteriormente se vio obligado a salir deportado con destino a Hamburgo. Desde allí viajó a Venezuela donde se reunió de nuevo con su familia.

En Venezuela se enteró de la anexión, y se decidió a  iniciar preparativos para salir hacia la República Dominicana. Se ofreció para integrarse a las luchas contra el gobierno anexionista de Pedro Santana.

Esta acción nos habla de su gran desprendimiento y amor por la patria.

Luego, el gobierno restaurador le ofrece una misión diplomática, considerando que sería más útil estando fuera del país.

Desde Venezuela empezó a gestionar ayuda para los revolucionarios de su país.

El historiador Juan Daniel Balcácer para referirse a esta circunstancia expresa:

“Infructuosamente Duarte esperó a que en su país imperaran la paz y la concordia entre los buenos dominicanos para entonces regresar. Lamentablemente esa aspiración de ver su patria unificada, exenta de pugnas intrapartidarias por el poder, resultaría una  especie  de utopía”.

Parece que esas utopías siguen vigentes, a pesar de que muchas instituciones y  gente del pueblo aboga por la concertación y la unidad de los dominicanos.

El día de Duarte es motivo para reflexionar en el pensamiento de quien albergó siempre la idea de la unidad. Si no existe unidad entre los que componen una nación, la gobernabilidad y cualquier acción justa para echar adelante un proyecto de hacer progresar un país, es más difícil. Sobre todo, si algunos dominicanos no logran despojarse   del egoísmo y el deseo de enriquecimiento ilícito, que es uno de los males primordiales de este siglo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas