Reflexiones sabatinas, muy feliz 2018

Reflexiones sabatinas,  muy feliz 2018

Hoy es el último sábado del año, es por eso que con la venia de ustedes, me permito seguir “conversando” sobre el tema de la alegría y la felicidad. El hablar con nosotros mismos nos permite ser más lúcidos y seres humanos con “resplandores” interiores, solo entonces alcanzamos la ansiada paz interior. Esa mansedumbre obtenida con el amor, la sana convivencia, propósitos logrados, es producto de alcanzar la armonía entre: la historia de nuestras vidas, con nuestras heridas, con nuestras aspiraciones, nuestras satisfacciones y las metas conquistadas.
Sin pretender ser un César Mella, un José Miguel Gómez o un Enrique Silié, en nuestra práctica neurológica, tenemos obligatoriamente que ahondar en los aspectos emocionales y psicológicos de nuestros pacientes. La más de las veces esas cefaleas crónicas, esas migrañas atípicas, esas cervicalgias repetidas, guardan una muy estrecha relación con la incapacidad de ese paciente estresado de conectarse con él mismo.
Me explico: la premura de la vida moderna, nos impide uno de los aspectos de mayor importancia para alcanzar la felicidad: no dirigimos la mirada hacia nuestro interior, algo que es básico para conectarnos con nosotros mismos y lograr entonces, la máxima placidez del alma. Por eso debemos preguntarnos: ¿cómo yo me hablo a mí mismo?, ¿qué tipo de frases uso hacia mi propia persona?, ¿son amables o muy cítricas? Se trata de mantener una actitud positiva, de simplemente hacer conciencia de que lo más importante que tenemos es nuestro interior. Esta ajetreada modernidad, llena de tecnologías digitales tiende a expulsarnos al mundo exterior, alejándonos de nuestro “yo” íntimo. Pero con el simple hecho, de usted “detenerse” y meditar solo unos minutos al día, puede ser este un poderoso medio de reconectar con nuestra propia conciencia interior.
El inmenso e invisible campo de energía del que formamos parte, no solo contiene todas las realidades, sino que responde a nuestros pensamientos y sentimientos. Nuestro cerebro, no distingue entre realidad e imaginación. Una visión, aunque parezca muy rara e imposible pasa a ser real para el cerebro, que crea nuevas rutas neuronales debido a que él tiene la capacidad de “reinventarse”, es la llamada plasticidad cerebral. Con esa visión, es decir que con un decidido pensamiento, más una emoción mental elevada, se crea lo que se llama “un nuevo estado del ser”. El solo pensamiento no es suficiente, hace falta sentirnos resueltos muy firmemente a ser la persona que nos gustaría ser.
Lo que estoy señalando es, que todos podemos en gran medida “programar” nuestro inconsciente. El autor del best-seller “Tus zonas erróneas” Wyne Dyer, recomienda que resulta un hábito fundamental, este es, que en el estado previo a caer en el sueño, pensar en todo lo bueno que tenemos y queremos, en lugar de repasar problemas y faltas, para así engrandecernos, valorarnos y programarnos en lo positivo y conectarnos con la abundancia. Una poderosa autosugestión que nos ayudará a fulgurar.
No se trata de hacer un esfuerzo titánico, o de pasar horas con el terapeuta, sino simplemente conectarse con uno mismo y con los talentos naturales que todos tenemos. Hay que ser positivo, descubrir que cada día nos trae algo bueno: el amor, una sonrisa, la familia, los amigos, una flor que perfuma, un cálido abrazo, el amanecer, la gratificante lectura, la buena música, son todos motivos de alegría si decidimos ser felices (a menos que haya una enfermedad, como la depresión) Lamentarse es un veneno para el alma. La amargura, se cuela por todas partes y mata la alegría de vivir. Persigamos la alegría, que es la vía más expedita para lograr la felicidad plena. Mañana en la noche, alcemos nuestras copas (no tiene que ser del más fino cristal de Baccarat) para dar gracias por nuestra felicidad. Brindemos por las cosas más preciadas: primero por vivir, por nuestros seres queridos, por nuestros amigos y pacientes; y que todo el pueblo dominicano pueda lograr una cultura más diáfana de paz, sin violencias; por una más justa equidad económica en el país; por una mejor nación, con mayor bienestar social; pidamos entonces que se atiborre nuestro terruño de: amor, salud y educación con un progreso real para todos. ¡Feliz año 2018, démonos todos un gran abrazo, cálido y fraterno!

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