Los acontecimientos recientes en el aparato judicial de la República Dominicana, nos mueve a realizar ciertas reflexiones respecto a la tendencia que muestran los pronunciamientos hechos por actores que administran la justicia del país.
Es preciso iniciar señalando las cuatro características que de acuerdo al pensamiento socrático deben exhibir los jueces, a decir, “escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente”. Estos cuatro pilares deben acompañar de manera irreductible a todos aquellos que han decido dedicarse al ejercicio de impartir justicia. Si faltara tan sólo una de las cuatro patas mencionadas y que sostienen la mesa de la justicia, estaríamos en presencia de un escenario carente de garantías para las personas objeto de derechos.
Por razones muy evidentes, en la mente del dominicano se ha entronizado la concepción platónica que considera “la justicia como la conveniencia del más fuerte”, complementándose esa triste realidad con lo contenido en Martín Fierro cuando dice “La justicia es como la Telaraña, agarra solo a los bichos chicos ya que los bichos grandes la rompen”. Oh! Cuánto nos gustaría poder desmentir las dos sentencias anteriores del presente párrafo, pero como la verdad tiene más fuerza que la razón misma, es justo coincidir con ellas.
La falta de aplicación estricta del ordenamiento jurídico que los dominicanos nos hemos dado por medio de nuestras instituciones, repercute negativamente no sólo en el deterioro moral de nuestro país, sino también en la profundización del clima de desigualdad social que vive la nación, pues como dijo Confucio “Donde hay justicia, no hay hambre”.