Reflexiones sobre las encuestas

Reflexiones sobre las encuestas

TEOFILO QUICO TABAR
No son pocas las personas que se asombran con el resultado de las encuestas públicas, por cuanto registran diferencias o porque a su parecer no reflejan lo que una parte importante de la población manifiesta de alguna forma, aunque casi nadie ponga en dudas los medios que las contratan.

Resulta que cuando las cosas se esperan de una forma o aparentan ser diferentes, además de confusión, lo normal es que la gente tienda a buscar otro tipo de explicación, sobre todo en un país donde por muchísimas razones hay tendencia a la incredulidad.  El problema de credibilidad con las encuestas públicas ocurre, cuando las mismas tienen básicamente un objetivo político. Sobre todo cuando está en juego el poder, y qué poder, en un país donde el gobierno tiene sus narices, brazos, pies, ojos, manos, metido en casi todas las actividades y como consecuencia de ello, probablemente también sea uno de los principales clientes de las empresas encuestadoras. Visto así, hay gente que duda de si el gobierno podría influir de alguna manera. Eso es todo.

Hay sectores que tienen suspicacia, pero no por una empresa en particular o por algún ejecutivo en especial. Es que como aquí no hay, y eso lo hemos repetido incansablemente, códigos de conductas éticas que regulen los conflictos de intereses y las actividades que pueden realizar personas que a su vez ejercen cargos públicos, asesorías o tienen vinculaciones con negocios o son socios de otros, por más buena intención que haya y por más serio que se pretenda ser, se presta a crear apariencias aunque no sean ciertas. Porque una golondrina no hace verano.

Otro grave problema es que aquí prevalece en algunas áreas de poder, el criterio de que todo se vende y todo se compra y lo promueven como verdad. Y para colmo, la gente ve constantemente muestras públicas que lo confirman, sobre todo en el aspecto político, aunque haya mucha gente que en verdad ni se compra ni se vende.

Vivimos todavía, a pesar de los adelantos en algunos aspectos urbanísticos, determinados lujos que incluyen salarios por encima de lo imaginable, torres, sistemas de comunicación eficientes, etc., bajo influencias politiqueras de ‘conchoprimo’, que no permiten un desarrollo sanamente democrático de la sociedad en todos los sentidos y sobre todo cuando algunos llegan a creer que en verdad el poder es para ejercerse por encima de cualquier cosa.

También que hay profesionales y empresarios de marketing que han expresado o escrito que los resultados de las encuestas no son buenos ni malos para nadie, puesto que dependen de muchísimas variables y reflejan solo el momento en que se realizan. Que pueden cambiar de la noche a la mañana. Otros han expresado que no importan mucho las encuestas lejanas a los procesos, que lo importante es tratar de acertar lo más cercano a las elecciones.

¿Para qué entonces los medios de comunicación independientes encargan encuestas, de preferencias políticas, si éstas de alguna forma pueden ser mal interpretadas por una parte importante de la población, por el gobierno o la oposición, con lo que corren sin lugar a dudas algún tipo de riesgo, sobre todo de su credibilidad, que debería ser el arma principal de un medio en una sociedad de respeto?

Independientemente de lo profesional y muchas otras cosas que se pudieran decir, más que nada como publicidad. Tratando de llamar la atención frente a la ciudadanía. Vender más y convertirse en medios más amplios cada vez y con más incidencia en el acontecer nacional. Y además, porque en realidad ellos no son responsables directos de los resultados. Si hacemos un poco de historia, ya a principios de la década del 60, cuando se inicia la apertura democrática, los partidos con relaciones internacionales comenzaron a recibir apoyo logístico en materia de sondeos, como se le llamaba, tratando de orientar a los dirigentes de entonces. Pero las mismas eran de consumo exclusivo de los dirigentes, ni siquiera de la militancia. Las encuestas públicas son de una segunda o tercera etapa, y se inicia con lo que se podría llamar alianza estratégica de los partidos con grupos económicos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas