Reflexiones sobre
un brote suicida

Reflexiones sobre <BR>un brote suicida

Triste oficio el de un patólogo forense quien 24 horas diarias y 7 días a la semana se ve compelido a registrar y analizar los fallecimientos acontecidos en su jurisdicción.

Más doloroso y penoso resulta no poder acompañar en sus apreciaciones a quienes perciben nuestra realidad social cual paraíso encantado en donde todo es amor, alegría, dicha y placer. Nos corresponde recibir a niños y niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos que han abandonado el mundo de los vivos para cumplir con el fatídico designio que ordena: ¡Del polvo viniste y en polvo te vas a convertir!

Desde la ciudad capital de la República dominicana el Instituto Nacional de Patología Forense ha realizado un mil doscientas autopsias durante el periodo comprendido entre enero y julio de 2010, lo cual nos da una media de 171 procedimientos mensuales.

De estas tenemos 32 casos de suicidios para un aproximado de cinco personas que se quitan la vida por mes. ¿Qué llama la atención en la primera semana de agosto de 2010? Ha ocurrido algo insólito y nunca visto en las estadísticas del año 2004 al 2009. Se trata del hecho que siete personas han optado por ponerle fin a su existencia utilizando métodos violentos para decirle adiós a la vida en una sola semana. Incluye a individuos cuya edad oscila entre los ocho y los 67 años, tres corresponden al género femenino y cuatro al masculino.

De las hembras tenemos una niña de ocho años que se ahorcó con una sábana luego de una discusión con unas amiguitas, otra joven de 22 años se colgó con un alambre eléctrico, dejando una nota escrita donde expone razones sentimentales para justificar su decisión. La tercera corresponde a una dama que caminó hasta el puente Juan Bosch desde donde se lanzó al vacío.

Los masculinos incluyen a dos jóvenes quienes por separado y en la soledad de una habitación en moteles distintos se ahorcaron sin dejar nota alguna. Otro señor de 67 años usó una soga para colgarse de una viga de su casa luego de que su pareja se ausentara del hogar por más de dos meses. El último corresponde a un adulto que se prendió fuego. Cinco víctimas de asfixia por ahorcadura en solamente una semana debe conducirnos a una seria reflexión. ¿Qué está aconteciendo en este paraíso caribeño? Semejantes sucesos retratan más bien una dantesca realidad  infernal. Aquí hay espacio para sociólogos, psicólogos, psiquiatras y políticos. ¿Porqué se desesperó esta gente y ni siquiera se interesó en aguantar a que pasara la conmemoración de la gesta restauradora el 16 de agosto?

Considero al suicidio como una vía corta, simple, poco inteligente y  obtusa de enfrentar los conflictos emocionales y sociales que el diario vivir nos plantea. El psicólogo y el psiquiatra analizarán los problemas de la mente en estas siete víctimas fatales; de su lado el sociólogo investigará los asuntos del entorno familiar y social. Mientras tanto, el político ¿Qué hace?

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