Reforma agraria

Reforma agraria

 FERNANDO PELLERANO MORILLA
Una sexta parte de la fuerza de trabajo labora en la agricultura, pero sólo contribuye en una décima parte de la producción anual (PIB). Esto arroja la cifra de productividad del trabajo más baja de los tres sectores en que se divide la producción nacional (primario, agricultura; secundario, industria y terciario, servicios).

El cálculo de la productividad sectorial es fácil: se divide la proporción porcentual del sector en el producto (PIB) entre la proporción del sector en el empleo total. La productividad del trabajo en la agricultura es actualmente 0.65, una quinta parte menos que en 1991; hace quince años era 0.83. El contraste con la productividad del trabajo en la industria de 1.63 es notable, un 25 por ciento superior a la del 1991.

Esto significa un crecimiento anual de 1.7 por ciento de la productividad del trabajador industrial. Lo cual implica que el reciente ajuste del salario mínimo industrial debió ser de 19 por ciento y no de 15, para compensar el aumento de productividad (= 15% de inflación acumulada desde enero 2005 hasta abril 2007 más 1.7 x 2 años y un tercio). El efecto neto del ajuste sobre el salario real industrial fue mucho menor de lo que opinan altos funcionarios gubernamentales.

Un informe reciente del Banco Mundial y el BID concluye: “Los mercados laborales rurales del país están segmentado en dos: el sector rural no agrícola, mas dinámico y mejor pago, y el sector agrícola, deprimido y de menor remuneración” (Informe sobre la pobreza en la República Dominicana, Washington, D. C., 2006). La encuesta del mercado de trabajo evidencia que los trabajadores rurales empleados en actividades no agrícolas ganan entre 15 y 37 por ciento más que los agricultores (Banco Central de la R. D., Mercado de trabajo, 1991-2006). La brecha de remuneración con los trabajadores urbanos es aún mayor. Compárese el salario mínimo nacional por hora para empresas pequeñas (RD$23.53) con el del trabajador agrícola (RD$15.00), y se descubre una brecha de 36 por ciento. Esta misma brecha hace doce años era de 19 por ciento.

Lo que atestigua este penoso cuadro es la incapacidad del Estado Dominicano de elaborar y aplicar una estrategia de desarrollo. Es el resultado de una política neoliberal que irresponsablemente ha desplazado al Estado y cree que dejándoselos al mecanismo de los precios todos los problemas se solucionan.

Está harto comprobado por la experiencia histórica y la mejor teoría económica (Ricardo, Kalecki, Kaldor, Lewis, Prebisch) que en un país subdesarrollado el sector agrícola juega un papel fundamental en el desarrollo económico por las siguientes razones:

• Es el que produce la oferta de alimentos, componente básico del salario real.

• El salario real agrícola es un componente importante de la demanda de bienes industriales de consumo producidos localmente (expansión del mercado interno).

• El excedente agrícola es clave en el financiamiento de la industrialización, tanto directamente (vía los términos de intercambio precios agrícolas versus precios industriales a favor de los bienes industriales) como indirectamente a través de las exportaciones que financian las importaciones de maquinarias e insumos.

• Puede absorber la mano de obra rural por medio de un crecimiento extensivo, evitando la migración desbordada hacia las ciudades de la población rural.

• Es un suplidor de la demanda de insumos intersectoriales (industria, turismo y otros servicios).

La reestructuración del sector rural y agrícola parte de una estrategia de desarrollo que coloque su mejoramiento y expansión, junto a la industrialización, como su objetivo central, no puede descansar solamente en el mecanismo de los precios. Necesita de la acción del Estado, de un extenso programa de inversiones cuya composición esté orientada a los requerimientos del sector rural. Sólo así un alto crecimiento de la agricultura puede mejorar las oportunidades de los que generan sus ingresos del trabajo del campo y reducir la pobreza de la población rural marginalizada.

Un renovado e imaginativo relanzamiento de la reforma agraria puede asumir este reto. Una reforma agraria que eleve el excedente agrícola, reduzca el latifundio, expanda el mercado interno y las exportaciones (miremos los casos exitosos de Taiwán y Corea del Sur).

fpellerano@codetel.net.do

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