El país atraviesa en estos tiempos un profundo déficit fiscal, y para enfrentarlo se procura un pacto social que trazaría las pautas para una reforma fiscal. Pero aunque son de índole moral muchas de las causas que nos han llevado a esta situación, nadie plantea con la misma vehemencia la necesidad de un pacto social para emprender una profunda reforma moral. El senador Euclides Sánchez, del PLD, afirma que 35 leyes de exenciones que suman RD$118 mil millones, son el resultado de acuerdos entre empresarios y políticos durante las campañas electorales. El trueque de poder político a cambio de ventajas fiscales a costa del erario es una inmoralidad que le ha costado mucho a este país.
Por eso no extraña que al tocar el tema de la reforma fiscal algunos prefieran blandir las tijeras para recortar el gasto público, queriendo aparentar que es el único causante del desbalance fiscal, pero ni por asomo aluden aquellas exenciones fiscales cuestionables, como las que invoca el senador. 118 mil millones de pesos en exoneraciones cuestionables son una proporción bastante importante del déficit fiscal en cualquier época. Nada tenemos en contra de las exenciones que impulsan el desarrollo y que tienen una alta tasa de retorno social. Pero es evidente que además de recortar y mejorar la calidad del gasto y de hacer una reforma fiscal integral, este país necesita urgentemente una reforma que lo saque de la gran crisis moral.
Vence el caos en las vías públicas
Los pronósticos de solución hechos por las autoridades a la hora de anunciar elevados, túneles y corredores se han estrellado con la realidad. El caos en el tránsito ha seguido reinando por sus fueros y la enseñanza es que no bastan las buenas obras viales si no se las complementa con un trabajo de concienciación sobre la necesidad de respetar las normas de conducción.
Los conductores pasan por alto las reglas de estacionamiento, los vehículos de transporte público paran donde les plazca para tomar o dejar pasajeros, nadie respeta las señales que prohíben determinados giros, falta sincronización en los semáforos, cuya luz roja violan sistemáticamente los choferes, las rutas de taxis y autobuses improvisan paradas en zonas de densa circulación, los transeúntes cruzan a mitad de cuadra y los conductores pisan impunemente la franja del peatón, entre muchas otras cosas. Definitivamente el caos ha vencido.