Sólo de cantaletas se pueden clasificar los anuncios que, década tras década, celebran las reformas, modernización y profesionalización de nuestras más importantes instituciones. Todos sabemos que las medidas aplicadas han fracasado, salvo tímidas excepciones. El ejemplo más trágico lo ofrecen las fuerzas de orden público. En 1997 se creó el Departamento de Asuntos Internos de la Policía Nacional, para vigilar la conducta e irregularidades cometidas por los miembros de la policía, asequible a los miembros y a la ciudadanía. En 1999 aparece el Instituto Policial de Estudios Superiores (CIENCIA, PROFESIONALIDAD, HONOR es su lema). Desde entonces, la tinta ha seguido dibujando documentos llegándose al artículo 15 de la Ley Institucional de la Policía, febrero del 2004, a fines de que fueran – una vez más – estructuradas. Los resultados: ¡desastrosos!
Pero es que resulta imposible pedirle a un teniente que siga las normativas de su manual cuando es testigo del enriquecimiento ilícito de sus generales, quienes disfrutan de sus fortunas sin tener que darle explicaciones a la justicia ni al presidente de la República. Es absurdo intentar modificar el comportamiento de políticos, militares o de funcionarios estando éstos inmersos en una cultura depredadora fomentada sin sonrojo por el liderazgo nacional. Lo que digo no es novedoso, sin embargo tenemos que recordarla si queremos entendernos. Pueden consultar profesores chilenos, costarricenses, chinos o daneses; pueden disparar decretos hasta el agotamiento, crear comisiones o santiguar la farsa con intermediaciones eclesiásticas, pero el baile del perrito institucional seguirá impermeable al llamado reformador.
El Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo acaba de emitir una resolución que declara de alta prioridad el proceso de reformas . Hasta ahora, excepto las reformas que se aplicaron en el proceso que se desarrolló desde el 27 de septiembre de 2000 y el 21 de febrero de 2001, todos los intentos han quedado en el papel. Esto escribió un líder estudiantil de la UASD, pues todavía hoy la Primada de América es un bunker cerrado e impenetrable; una cultura congelada.
Es en la cultura donde se encuentra el corazón de la auyama. Allí es que tiene que llegar el cuchillo, o no se producirán reformas de ningún tipo. Ese conjunto de conductas, creencias y valores aberrantes se ejercen por medio de hábitos colectivos. El trabajo de corrección, el remedio, únicamente puede aplicarse a través de la educación y de la inequívoca decisión de los que tienen el poder en sus manos (recordemos la transformación de Costa Rica bajo la dirección de José Figueres).
Hasta el momento, nuestros dirigentes responden a presiones coyunturales, cambios de imagen y demás trucos de actuación. (Se le da una pinturita a la casa antes de que lleguen las Navidades.) Mientras no se agarre por los cuernos, se tumbe y se cape el toro de nuestras costumbres, el animal recorrerá la república montándonos a todos para reproducir un ganado de cada vez peor calidad; una raza autóctona de Cebú bandidescus dominicanis.