Reformas improcedentes

Reformas improcedentes

El sector empresarial ha propuesto modificaciones a la legislación laboral que afectarían significativamente las prestaciones sociales que la ley reserva para los trabajadores. Esta propuesta concuerda con la resistencia que una parte de ese mismo sector ha estado presentando ante  la necesidad de establecer salarios competitivos, que mejoren la capacidad adquisitiva y condiciones de vida de los trabajadores. Recortar el auxilio de cesantía en los términos de la propuesta empresarial sería incurrir en un abuso mayúsculo y la vigencia del régimen de seguridad social no encaja como argumento que justifique una medida de esta naturaleza.

Es absurdo que en abono de la aspiración del empresariado, se tome como referencia nuestras desventajas ante Centroamérica en materia de competitividad. Los empresarios saben muy bien que nuestras debilidades en este aspecto no se deben al factor salarial y mucho menos a  las prestaciones por cesantía. Un planteamiento de esta naturaleza en épocas de recesión y pérdida de empleos, añade un componente de intranquilidad en el ambiente laboral. La tendencia en el mundo moderno es a reducir las injusticias laborales, no a consignarlas en las leyes, como parece pretender esta propuesta. El empresariado tiene derecho a procurar incentivos que mejoren su competitividad, pero los está buscando en el lugar equivocado.

Una injusta discriminación

El acoso social contra los pacientes de SIDA es un trato inmerecido y carente de justificación sanitaria o de cualquier otra índole. Los portadores del VIH son tan humanos como los que sufren cáncer, tuberculosis o cualquier otra enfermedad de condición terminal. No hay razón para mantener una actitud de acoso ante estos enfermos o portadores, sobre todo a sabiendas de que las posibles vías de contagio se limitan más a la relación íntima que a otras formas.

Las autoridades sanitarias tienen que desplegar una campaña permanente de orientación y educación ciudadana para vencer este tratamiento discriminatorio contra los enfermos de SIDA, que llega a los extremos del acoso y el rechazo. Asumir ante estos enfermos las precauciones sanitarias necesarias no tiene que llegar a extremos de denigrar a quienes padecen este mal. Son tan humanos como otros enfermos con los que convivimos sin problemas. Acabemos con esta injusta discriminación.

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