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Si el Estado como tal no está en condiciones de respaldar la formación total de nuestros hijos, hasta que obtengan un grado de bachiller, entonces, que fortalezca la escuela primaria, siquiera hasta un sexto grado, pero que esta enseñanza sea sólida, bien fundamentada, bien orientada, con buenos maestros y planteles, que se cuente para impartir la docencia con todo el material didáctico y los equipos necesarios para que los maestros se sientan satisfechos de su investidura y su misión de orientadores, pero que a estos soldados de la patria no les falte nada para vivir y desenvolver su vida, porque esta es la única forma de combatir la ignorancia, la incapacidad, el vandalismo, las drogas, la indisciplina, la inmoralidad y el desorden.
Por otra parte la ciudadanía consciente debe frenar el populismo político, venga de donde venga, porque ésta no es la solución para los problemas sociales que engendra una escuela subdesarrollada, marginada y subordinada a los caprichos políticos que solo les importa arribar al poder para servirse de él para propósitos que nada tienen que ver con el bienestar de la sociedad y del Estado.
El propósito firme de todo ciudadano amante de su país debe estar fundamentado en mejorar las condiciones de la vida de la población menos favorecida, sean estos pobres o ricos. La sensatez debe ser su norte y la prudencia debe acompañarlo a la hora de tomar decisiones, que siempre deben estar avaladas por buenos asesores con experiencia práctica en lo económico, en lo educativo, en lo referente a la salud, pero exentos de rasgos demagógicos.