Reformista o social cristiano

Reformista o social cristiano

Más que un partido reformista, siempre he creído que lo que existió fue un partido balaguerista. Balaguer, irrepetible fenómeno político, formó un partido, porque era la manera apropiada para alcanzar el poder y mantenerlo.
En el análisis que puede hacerse tanto de la figura de Trujillo, como de la de Balaguer, hasta cierto punto su sucesor, hay que hacer salvedades.
Trujillo permaneció en el poder por un primer largo período, que fue muy distinto al último de su mandato, después de la aparición de Jhonny Abbes, en el escenario de los acontecimientos.
En Balaguer hay que analizar tres etapas. La primera, como se mantuvo airoso dentro del torbellino trujillista, del cual formó parte, especialmente después de la muerte de Trujillo. Después, sus primeros períodos de gobierno. Y finalmente, todo lo ocurrido luego de que había perdido la visión.
Charles De-Gaulle, quedó ciego siendo presidente de Francia, y llamó a un plebiscito, con toda la intención de entregar el poder, como lo hizo. Balaguer es el único caso en la historia, de un no vidente que gana unas elecciones.
A pesar de su extraordinaria inteligencia y formidable memoria, como todo no vidente, tenía necesariamente que depender de sus lazarillos.
El grupo que le rodeaba, se dividió las responsabilidades de atenderlo, con ostensible aparente solicitud.
Balaguer murió. Y ese grupo, que dentro del reformismo se denomina «de la casa», que había exitosamente logrado el triunfo de un Balaguer ya privado de la visión, ha continuado después de su muerte dirigiendo al PRSC, llevándolo a competir en la contienda electoral del último 16 de mayo, cuando advino el fracaso.
A pesar de que encontraron a un ciudadano de excelentes condiciones, como lo es el ingeniero Eduardo Estrella, su figura no podía atraer el voto balaguerista, el predominante y fundamental en ese partido.
El proyecto político dio la impresión de que buscaba un segundo o tercer lugar, si el PPH hubiese quedado en la segunda posición, o alcanzarlo de haberlo logrado el PRSC.
El candidato natural en aquel momento lo era el licenciado Jacinto Peynado, quien no lució confiable a los propósitos del grupo dominante. Se creyó erróneamente que logrado el «triunfo» de Estrella en la convención, Peynado y su grupo entrarían al redil para haber presentado un partido unificado, pero no fue así, aquellos prefirieron mantener una posición distinta a la del proyecto.
Pero ya todo eso pasó, y la realidad ahora es la de un partido desintegrado y con distintos liderazgos, que no logran ponerse de acuerdo, porque cada quien quiere ser la locomotora del tren.
Mientras Balaguer estuvo vivo, se hacía lo que Balaguer decía y todos se sintieron obligados a respetarlo. El problema es que Balaguer no está, y no aparece la argamasa o el pegamento para compactar las distintas tendencias. Y la tienen.
En una experiencia pos electoral, Balaguer se dio cuenta de que necesitaba, tener a su disposición, los grupos internacionales de una de las corrientes políticas de entonces. Y así, como nuestro PRD no ha sido nunca un partido realmente social demócrata y ha disfrutado del apoyo internacional de esa corriente, así mismo, Balaguer se metió debajo de la sombrilla protectora del social cristianismo.
Y ahí es donde creo yo que pueden encontrar los reformistas el pegamento para su reunificación. Yo se que los «ismos» no parecen estar de moda, pero la democracia cristiana sigue siendo una oferta política coherente, siempre apropiada par las preferencias de los dominicanos.
Durante años, aún fuera para llenar formalidades, en el PRSC funcionó una escuela de adoctrinamiento social cristiano. Y hay miles de líderes medios en el partido, que entenderían mucho mejor los asuntos del porvenir, si se les planteara por esa vía, y no por el sonido de los tantos campanarios que pretenden atraerles.
Yo, me atrevo a recomendar a los reformistas, que miren hacia ese lado, donde podrán encontrar, el factor aglutinante necesario, para alcanzar la posibilidad de ser de nuevo, una fuerza política de primera magnitud.
A veces, he tenido la impresión de que Balaguer, antes de morir, tenía calculado el sentido lógico y pragmático de este razonzamiento. ¿Quién sabe?

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