Reformistas: con el PLD o el PRD

<p>Reformistas: con el PLD o el PRD</p>

ROSARIO ESPINAL
El Partido Reformista, luego denominado Social Cristiano, fue un instrumento político de Joaquín Balaguer para articular su amplio sistema clientelista. Actualmente es una organización política sin foco ni enfoque.

Balaguer se encargó de impedir su desarrollo organizativo; el partido fue un medio para que sus seguidores le manifestaran apoyo y obtuvieran beneficios materiales.

Muchos devotos del balaguerismo no visitaban asiduamente los salones del partido, como tampoco lo hacía Balaguer. La lealtad era con el líder anidado en el Palacio Nacional que trabajaba sin descanso para nunca ser desplazado.

En los locales coloraos circulaban buscones; militantes de tercera categoría que no entraban a Palacio ni a la Máximo Gómez, donde se cocían las grandes negociaciones.

Se burló de quienes aspiraron a sustituirlo en vida; no hubo vicepresidente que diera el salto a primer mandatario por más que aspirara.

Su salida del poder, forzada en 1996, le dio la oportunidad de señalar un beneficiario político que, para desgracia de los reformistas, no pertenecía a ese partido.

El agraciado fue Leonel Fernández, quien, en aquel entonces, era el candidato peledeísta enfrentado al Peña Gómez perredeísta.

Así, Balaguer hundió más a su partido, que sólo obtuvo 15% de los votos en 1996, cuando el viejo caudillo no pudo postularse por la restricción constitucional heredada de 1994.

Dejado a su suerte, Jacinto Peynado perdió en la contienda y, a partir de ahí, el partido que fuera de los balagueristas sólo suma fracasos.

En las últimas tres elecciones presidenciales recibió pocos votos: 15% en 1996, 25% en el 2000 (último intento de Balaguer por llegar al poder) y 9% en el 2004. En las congresionales: 17% en 1998, 24% en 2002 y 11% en 2006. Por este bajo apoyo electoral, los reformistas no ocupan la presidencia desde 1996 y su representación congresional se ha reducido sustancialmente: en promedio, entre 1998 y 2006, a 8% de las posiciones en el Senado y 16 % en la Cámara de Diputados.

No sorprende entonces que ante este panorama electoral, dirigentes, miembros y simpatizantes del reformismo hayan buscado otros nidos políticos.

Las más recientes expresiones de adhesión a otras organizaciones son: el apoyo ya explícito de algunos reformistas a la repostulación de Leonel Fernández y la búsqueda de apoyo de Amable Aristy Castro en el PRD para presidir la Liga Municipal Dominicana.

Indiscutiblemente, el PLD ha representado un polo de atracción importante para los dirigentes reformistas disidentes, como los aglutinados en el Consejo Presidencial Reformista. Pero también ha constituido una opción electoral para lo que fue la masa votante balaguerista. Al ganar en el 2004, primeras elecciones presidenciales después de la muerte de Balaguer, el PLD representó la mejor opción para los dirigentes reformistas decapitados en su partido. Buscaban una reinserción rápida en el sector público de donde se nutrieron durante 22 años.

De hecho, a estos reformistas peledeizados no les ha ido mal. Ocupan importantes posiciones en el gobierno, que le permiten incluso mantener sus propias clientelas políticas.

Porque vale recordar, los reformistas disidentes no han renunciado a mantener grupúsculos con el nombre reformista, aún no cuenten con autorización de la Junta Central Electoral (JCE).

Pero en el apoyo reformista al peledeísmo también resalta el papel que ha jugado Leonel Fernández. En el espectro político dominicano actual, él representa lo más cercano al personaje político que encarnó Balaguer.

No comparte con el cortesano la represión, pero sí la formación intelectual, el interés en los grandes proyectos de infraestructura, la experiencia acumulada de estadista ecuánime y la visión de que la política no es sólo una actividad inmediata, sino de largo alcance.

Por su parte, otros dirigentes que se quedaron en el Partido Reformista han establecido cercanía con el PRD.

Este acercamiento tuvo su momento culminante en la llamada Alianza Rosada para las elecciones congresionales y municipales de 2006, que, aunque desarticulada, tiene posibilidades de resurgimiento.

Sin duda, el esperado apoyo del PRD a la presidencia de Amable Aristy Castro en la Liga Municipal Dominicana muestra que el cálculo aliancista persiste en ambas partes.

Los perredeístas asumen que ante un Partido Reformista deteriorado, sus dirigentes tendrán que apoyar el PRD en el 2008, ya sea en primera o segunda vuelta.

Así las cosas, muchos dirigentes reformistas cavan la tumba de su partido por su demostrado instrumentalismo político. Cuando sus líderes disienten, se dividen, y buscan obtener beneficios inmediatos en el plato del PLD o del PRD.

A pesar de que hay precandidatos reformistas anunciados para la contienda de 2008, muchos dirigentes reformistas, expulsados o dentro del partido, se muestran ya dispuestos a abonar el terreno de las alianzas, aunque el precio a pagar sea alejar la posibilidad de unificarse y construir un partido de amplia simpatía en el electorado.

Balaguer los unió para la conveniencia y sin él se disgregan.

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