Está en marcha un programa desarrollista para retener seres humanos en los sitios que les corresponden por nacionalidad al Este de la frontera; un resultado diferente al que se persigue con el reforzamiento de límites geográficos continuamente sometidos a migraciones irregulares superiores a la capacidad de acoger habitantes por evidentes limitaciones de recursos y riesgos sociales en la porción territorial adyacente a Haití.
Toda una región de proximidad tradicionalmente sometida a presiones despobladoras por baja calidad de vida. La migración interna que desnacionaliza y deja estimulantes espacios a viajeros procedentes de donde subsistir es más difícil y cualquier otro lugar es preferible.
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El mecanismo que incentiva permanencia ciudadana consiste en propiciar fuentes de empleos en base a la Ley 12-21 creadora de una «Zona especial de Desarrollo» que hace surgir pequeñas y medianas empresas y que ya ha logrado una importante inversión privada con protagonismos en siete provincias.
Un efecto demostración para atraer más emprendimientos. Las muchas mercancías que se les exportan o que los haitianos vienen a comprar conceden a la región fronteriza fuerte vocación proveedora que debe ser aprovechada para asentar agroindustrias y confecciones diversas que demandan mucha mano de obra no especializada. Atemos a los fronterizos a sus terruños nacionales sembrando oportunidades para ganarse la vida que los demás beneficios del progreso llegarían por añadidura.