Refugiados medioambientales
Los cambios climáticos arrastran la desolación

Refugiados medioambientales<BR>Los cambios climáticos arrastran la desolación

EFE. Katrina» fue el sexto huracán más fuerte registrado en el Atlántico y el tercero más potente que haya llegado a las costas estadounidenses desde que se llevan registros.

«Katrina» había cruzado la Península de Florida y vagabundeado por el Golfo, donde alcanzó categoría 5 y tocó tierra en el Delta del Misisipi para convertirse en el huracán más costoso de la historia de Estados Unidos.

Las autoridades habían ordenado la evacuación de Nueva Orleans y varios distritos circundantes, y una de las historias menos recordadas de la crisis fue que, efectivamente, casi un millón de personas abandonaron la región y se salvaron del embate.

Unas 300.000 personas viven ahora en Nueva Orleans y la recuperación es más visible y firme en las áreas menos anegadas por «Katrina», como el Barrio Francés. Para los barrios más pobres, la recuperación se ha demorado, o quizá nunca llegue.

Desde «Katrina», y el huracán «Rita», que tocó tierra el 24 de septiembre de 2005 en el límite de Texas y Luisiana, FEMA (la Agencia Federal de Emergencias) ha pagado 402 millones de dólares en alojamiento temporal para unas 140.000 familias desplazadas por los huracanes.

Un año después de «Katrina», los mayores pagos por alojamiento para damnificados hechos por FEMA se concentraban en Houston, Dallas, y otras ciudades de Texas, y sitios tan apartados como Little Rock (Arkansas) o Memphis (Tennessee), hasta donde llegó el éxodo de ciudadanos de Nueva Orleáns.

En 2005 el huracán «Katrina» se convirtió en un punto de inflexión,  porque hizo posible que los países industrializados tomaran conciencia de que también ellos pueden verse afectados por los efectos del cambio climático. También se hicieron conscientes de la importancia de los movimientos masivos de población por factores ambientales, una realidad que se obviaba pero que, cada año, tiene más repercusiones económicas. En el año 2002, se solicitaron 1.700 millones de dólares como contribución a los afectados por desastres naturales.

Denominados  refugiados medioambientales, este concepto se maneja desde 1940, aunque no tuviera eco hasta ahora. La situación de estas personas que tienen que abandonar sus tierras a causa de la devastación por causas naturales,  implica un vacío legal que choca con las leyes de emigración que se imponen en cada país y que tienden a endurecerse debido a los movimientos migratorios causados por otros motivos como  la pobreza, la política o la religión.

El cierre  de fronteras y la deportación son dos de las medidas que se implantan en los países occidentales que tratan de limitar el número de personas ilegales que se introducen en los países en busca de una vida mejor. De ahí la preocupación por tratar de considerar este concepto de migración ambiental dentro de un ámbito nuevo que permita una distinta reglamentación internacional       

Tras el paso del «Katrina», los evacuados se asentaron con sus vecinos y, aunque en general fueron bien recibidos,  no faltaron los conflictos, lo que da lugar a pensar en los problemas que pueden surgir en otras zonas del mundo.

Según la ONU, un 60% de las migraciones se deben a factores medioambientales, y esto sólo es el principio de lo que se espera debido a los cambios climáticos y al calentamiento de la atmósfera.

Los cambios  climáticos arrastran la desolación. La sequía, el hambre y la desnutrición son tres de las factores que han hecho que el África subsahariana sea una de las zonas más castigadas por los movimientos de poblaciones  y se espera que, en un futuro próximo, la zona sea mucho más castigada, por lo que los éxodos serán masivos.

Dos grados centígrados más en el termómetro terrestre se traducen en un descenso de entre el 20% y el 30% de agua potable en el mar Mediterráneo y el sur de África.

El calentamiento de la atmósfera ha perjudicado especialmente a África, mientras en otras zonas del planeta la situación es completamente contraria y los seis atolones de Carteret, al norte de Bouganville, en Papua-Nueva Guinea, se encontrarán bajo el agua  en 2015.

Las islas de Tuvalu, entre Australia y Hawai, ya están preparando su evacuación. Doce mil habitantes se quedarán sin tierra,  pues según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), el nivel del agua se elevará un metro durante este siglo, lo que hará que estas islas queden sumergidas.

Antes de que termine el siglo, Bangladesh habrá perdido un 21% de su territorio; Vietnam un 12%,  y así en el resto de la zona donde se crearán millones de desplazados ambientales.

Antes de que finalice el siglo no sólo habrá comenzado a transformarse la orografía del planeta, también la geografía humana cambiará y ese proceso, si no se toma conciencia de los peligros del cambio climático, será imparable e irreversible.

LAS CLAVES

1.  Refugiados

Unos 300.000 personas viven ahora en Nueva Orleans, y la recuperación es más visible y firme en las áreas menos anegadas por el «Katrina» como  el Barrio Francés. Para los barrios más pobres la recuperación se ha demorado, o quizá nunca llegue.

2.   Devastación

El concepto de  refugiados medioambientales se maneja desde 1940, aunque no tuviera eco hasta ahora. La situación de estas personas que tienen que abandonar sus tierras a causa de la devastación por causas naturales implica un vacío legal que choca con las leyes de emigración que se imponen en cada país, y que tienden a endurecerse debido a los movimientos migratorios causados por otros motivos como  la pobreza, la política o la religión que a fecta a diferentes regiones del mundo.

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