A seis días para Navidad todos estamos en fiesta, diversión y regalos. Muchos andarán pensando en qué comprar pero, como suele suceder, los menos repararán en dar el regalo más especial y más escaso en esta época: amor.
Más allá de las bengalas y las luces, de las cosas y los mensajes, estos son días de dar tiempo y pasar momentos de calidad con nuestros afectos: sin dispositivos, escuchándonos de corazón a corazón y haciendo acopio de momentos especiales. ¡Algún día necesitaremos abrir esa alcancía para cobijar el alma!
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Hoy, cuando pienso en la Navidad, siento nostalgia por quienes no están: personas maravillosas a las que amé y recuerdo con inmensa gratitud porque estuve para ellos. Esta Navidad elijo no llorar por su partida y enfocarme en lo lindo que vivimos.
Aunque desahogarnos nuca viene mal siempre demos pensar más en los que siguen aquí: ¿por qué desaprovechamos el tiempo con ellos regodeándonos en un dolor que estamos llamados a superar?
Estos son días para reír. Pero no porque estamos en Navidad sino porque estamos vivos: mientras vivamos debemos disfrutarnos. Además recordemos compartir un poco de lo que tenemos con quienes no poseen nada: la empatía y la bondad nunca deben pasar de moda. ¡Feliz Navidad!