Regálate tiempo para cuidar tu cuerpo

Regálate tiempo para cuidar tu cuerpo

“Tómate un descanso;

un campo que ha descansado da una cosecha generosa”.

Ovidio

El Domingo de Gloria es la fiesta más importante para todos los cristianos, ya que es el triunfo de Jesús sobre la muerte, dando inicio al tiempo pascual. En I Corintios 15,14 San Pablo dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”. La Pascua de Resurrección recuerda el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos.

El término Pascua tiene su origen en el vocablo latino páscae, que a su vez proviene del griego πάσχα (pasjua), una adaptación del hebreo פסח (pésaj), que tiene como significado “paso” o “salto”. La fecha del domingo de Pascua cambia de un año a otro. En el año 525, el monje Dionisio el Exiguo creó la era “Anno Domini”, para calcular la fecha de Pascua según tres reglas: 1. Que siempre fuera domingo, 2. debe ser el siguiente día a la primera luna llena de primavera y 3. no puede ser un día antes del 22 de marzo ni un día después del 25 de abril.

Este acuerdo fue establecido en el concilio de Nicea de 325, asegurándose de que no coincidiera con la Pascua judía, en la que se conmemora la salida de Egipto.El Domingo de Pascua es la razón por la que todos los domingos son considerados festivos y también sea el día de reposo de la semana.

El filósofo griego Platón, maestro de Aristóteles, expresó: “La parte nunca puede estar bien al menos que el todo esté bien”. Antes, el domingo era para mí un día de rutinas domésticas: organizaba la ropa, planificaba la agenda de la semana, hacía llamadas familiares, cocinaba algo especial, escuchaba música, hacia siesta y al final de la tarde, mis hijos y yo tomábamos un baño, nos vestíamos y nos íbamos de paseo (casi siempre al cine y a cenar).

El domingo es un día propicio para contactar la sabiduría del corazón, y la capacidad de escuchar al cuerpo y sus necesidades de alimentación, descanso y recreo. Es un tiempo para regalarnos el sosiego que nos permite que el alma (acelerada por los afanes) descanse y se una de nuevo al cuerpo. El espíritu requiere de la materia para expresar su poder. La materia requiere del espíritu para expresar su fuerza. Se necesitan mutuamente. En el cuerpo experimentamos la lucha entre lo masculino (hacer) y lo femenino (sentir). Cuando nos permitimos sentir, la reconciliación también la vivimos en el cuerpo.

Desde hace más de dos décadas he venido recorriendo diversas sendas de trabajo personal y espiritual. Sin embargo, no fue hasta que mis hijos se fueron de casa que empecé a modificar mi manera de experimentar la Semana Santa, para vivir este tiempo desde el recogimiento que propicia el “renacer”.

Por supuesto que me encantan las playas, las montañas, las enormes piscinas de los hoteles lujosos y las villas hermosas y apacibles, solo que en esta etapa de mi vida, en la que tengo una enorme familia extendida que comparte conmigo el camino de despertar y expandir la consciencia, valoro mucho la quietud y el silencio que me brindan los momentos de soledad.

Teniendo fe en el poder de Dios, aproveché el tiempo de Semana Santa para disfrutar mi propia compañía. Especialmente, el domingo de Pascua es un maravilloso espacio para discernir espiritualmente en qué modo podemos hacer resucitar nuestra vida. El gran aliado para llevar a cabo esta tarea es el cuerpo. Las condiciones del cuerpo muestran la relación que tenemos con la vida.

El cuerpo es el cuaderno en el que el alma hace las anotaciones de sus vivencias. El agotamiento del cuerpo es un llamado a priorizar las tareas que nos brindan alegría, honrar las heridas, valorar lo vulnerable, cultivar la consideración por la propia alma cansada y hacer que lo sagrado sea cotidiano.

La bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham, cuya influencia en la danza moderna es equiparada a la que tuvo Picasso en las artes plásticas, Stravinsky en la música o Frank Lloyd Wright en la arquitectura, dice que es tan importante aprender a amar a nuestro cuerpo como poseer una imagen sana de él. ¿No te parece que es importante regalarnos tiempo para escuchar al cuerpo y dar respuesta a sus necesidades?

El primer paso para empezar a amar nuestro cuerpo empieza cuando renunciamos a las expectativas poco realistas de encajar en el ideal de belleza que tiene el mundo. A lo largo de la historia lo considerado bello ha cambiado de forma considerable. Cleopatra deseaba tener várices y las mujeres en el medioevo se ponían almohadillas en el vientre ¡para hacerlo lucir más grande!

El cuerpo es una prenda muy valiosa facilitada por el espíritu, para que disfrutemos la gran fiesta que es la vida. No compramos ni alquilamos el cuerpo, simplemente nos prestaron un exclusivo diseño para lucirnos en esta gran gala. ¿Tiene sentido esperar a que el mundo reconozca la belleza de nuestro cuerpo?. Escojo celebrar que gracias a él puedo experimentar la existencia y deleitarme luciéndolo lo mejor posible.

Según la sra. Graham, al cuerpo se le da forma, se le disciplina, se le honra y con el tiempo se confía en él. Hace unos años, hice un proceso en un seminario de transformación en el que me enseñaron a amar y respetar mi hermoso cuerpo. Desde ese tiempo hice las pases con él. Comprendí que el modo de corresponder el favor del préstamo, es devolver la prenda en buen estado y descubrir cómo puedo tratarlo de un buen modo.

Durante estos días conmigo, nutrí mi cuerpo con comida sana, practiqué hábitos beneficiosos, me hidraté con agua pura de manatial, impuse mis manos para bendecir mis alimentos, respirando antes de cada bocado. Al inhalar el aire tomé el amor de Dios presente en toda la creación, al expulsar el aire saqué de mi cuerpo la negatividad y las tensiones.

La escritora estadounidense Sarah Ban Breathnach, autora del “Encanto de la vida siemple” dice que uno de los procedimientos más efectivos para empezar a reconciliarnos con el cuerpo es consentirlo con pequeños mimos. Estoy completamente de acuerdo con ella en que gritar, reclamar, exigir y maltratar al cuerpo solo hace más ardua la tarea con él.

Diana Roesch asegura que con instrucción y consciencia podemos realinear nuestras voces interiores (como en la película “intensamente”) con nuestro cuerpo, encontrando nuevas maneras de moverlo y celebrarlo. El cuerpo es el vehículo que tenemos para recordar el amor y si no funciona es casi seguro que nada más funcionará desde el amor tampoco.

La escritora estadounidense Sylvia Plath decía que debían de haber bastantes cosas que no se curan con un baño, pero ella no conocía muchas de ellas. Muchas personas son conscientes de que hay una gran diferencia entre bañarse y darse un baño. Bañarse es sencillamente asearse. Para eliminar la suciedad y el sudor una pequeña ducha es suficiente, pero darse un baño requiere tiempo y dedicación. Como dijo el crítico social victoriano Ambroce Bierce, es una especie de ceremonia mística semejante a un culto religioso.

Hace un tiempo, darse un baño formaba parte de las prácticas medicinales de las grandes civilizaciones del mundo (Egipto y Roma), sencillamente porque ¡da buenos resultados!

Este domingo de Gloria hice un delicioso baño ritual para disfrutar mi cuerpo y generarle tranquilidad. El aliado que utilicé fue un fantástico “orange scrub”, que prepara de modo artesanal mi amiga Disela. Literalmente la experiencia fue mágica y sagrada. La exquisita combinación del azúcar, la naranja y el aceite de coco, lograron que me sintiera maravillosamente vestida por mi piel.

La maestra de yoga estadounidense Judith Hanson Lasater dijo: “Tomarse un tiempo para relajarse y renovarse es esencial para vivir bien”. La aromaterapia funciona porque el sentido del olfato es el vínculo primordial que tenemos para comunicarnos con nuestro cerebro. Cuando nos exponemos a un aceite esencial, los neurotransmisores que tenemos en el cerebro ponen en marcha la producción de secreciones bioquímicas, que impactan en nuestro estado anímico, sentimientos y emociones.

El aroma del aceite esencial de naranja es dulzón, fresco e intenso. Además de las propiedades del aceite de coco para nutrir e hidratar la piel, es también un magnífico vehículo para que el aceite esencial penetre en la piel durante el baño. Al pasar a la epidermis y llegar al complejo sistema de vasos linfáticos, la esencia de naranja entra en el torrente circulatorio produciendo una sensación de bienestar, optimismo y felicidad, despertando las propias energías de curación y renovación del cuerpo.

El afamado profesor neoyorquino Josep Campbell, conocido por su trabajo sobre mitología y religión comparada, asegura que lo único que necesitamos es espacio sagrado, tiempo sagrado y hacer algo que nos llene de gozo. Entonces, casi cualquier cosa se convierte en un gozo continuo y creciente.

Amo la mezcla de la naranja, el azúcar y el coco. Como dijo el orador motivacional Denis Waitley: “La felicidad no se puede recorrer, poseer, ganar o consumir. La felicidad es la experiencia espiritual de vivir cada minuto con amor, gracia y gratitud”. El pequeño baño ritual que hice para celebrar la pascua fue un delicioso tiempo que me regalé a mi misma para honrar mi cuerpo, agradeciendo el modo en que me engalana para estar presente en esta fiesta que llamamos vida.

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