Regalos de fin de año

Regalos de fin de año

HAMLET HERMANN
Durante varios meses he estado recibiendo, por anticipado y con gran satisfacción, mis regalos de fin de año. No hablo de canastas navideñas de esas que los gobiernos y los empresarios limosnean. Tampoco me refiero a cajas con vinos exquisitos que los tropicales todavía no sabemos degustar aunque opinemos como eruditos.

Quiero dejar constancia de que lo que con más deleite he recibido ahora que termina el 2005 han sido las señales de otro despertar del pueblo dominicano. Es una realidad que palpo cuando varios grupos sociales me hacen recuperar la esperanza que, por momentos, había perdido ante el reinado de la mentira y de la hipocresía. Estos aguinaldos me dejan con el sabor de que no todo fue desagradable en el año del Gallo de Madera. Y lo agradezco con tanta pasión como si alguien me hubiera regalado una maquinita peladora de naranjas, mi más ansiado presente.

Agradezco a los moradores del sector El Vergel que se hayan unido como una sola persona para frenar el dislate del elevado trompeta que la Secretaría de Obras Públicas anunció que construiría el Grupo Modesto en el empalme de las avenidas «27 de Febrero» con «José Ortega y Gasset». Ciudadanos trabajadores de ingresos medios, con décadas viviendo allí, pusieron un freno al exabrupto gubernamental de gastar dinero del erario para nada solucionar. Sobre todo, mi reconocimiento a ellos porque lo hicieron sin la participación de los partidos políticos, lo cual liberaba el reclamo del tufo de la corrupción y del descrédito,

Asimismo expreso mi alegría de fin de año porque varias organizaciones de base se movilizaron con la razón en sus manos para frenar la burla que representa la construcción de una isla artificial para millonarios en un país donde la gente se muere a golpe de necesidades. Además del sentimiento nacional de soberanía, estuvo en el movimiento «Una bandera y una Flor» la mirada alerta ante el fraude evidente. Y por sobre todas las cosas, se movilizaron sin la participación de los partidos políticos que sólo están interesados en repartirse los cargos electorales para seguir saqueando la nación.

Igual agradezco el ejemplo dado por los ciudadanos que, armados con el mayor rigor técnico y con la más desinteresada intención, lograron frenar momentáneamente el desatino de un tren subterráneo que enriquecería a unos pocos y empobrecería al país entero. Ahora bien, que el «metro» haya revivido y se haya multiplicado como los panes y los pescados dice mucho de sus patrocinadores. Los políticos dijeron, luego de la recomendación del Monseñor y de decenas de organizaciones, que el metro se posponía indefinidamente. Y cuando menos lo esperábamos empezaron a crear rámpanos por doquier en la ciudad. Definitivamente, no puede confiarse en los políticos porque dicen una cosa y hacen lo contrario.

Debo aclarar que cuando me regocijo por estos regalos siempre hablo de que se han «frenado los proyectos» no que se han impedido, ya que vivimos bajo el imperio de la trampa: se agazapan momentáneamente y luego nos encasquetan sus conveniencias al mínimo descuido de quienes apenas buscamos defender la ciudad primada de América.

Y después de abundantes muestras de dobleces arteros todavía los políticos se preguntan por qué el pueblo no les cree cuando alegan tener buenas intenciones. Ellos mismos se han encargado de que así sea. Los partidos y los políticos nunca mostrarán interés en sumarse a las justas demandas de la ciudadanía porque en ellas no rige el «dame lo mío» que es la sinrazón y el motivo de su ejercicio. Defender los intereses de la comunidad no entra dentro de los planes de los funcionarios. En su decidida actuación, doy gracias por los regalos que me hizo la gente que le dijo NO a la trompeta, al «metro» y a la isla artificial. Agradezco a los calificados técnicos que hayan tratado de llevar la razón, aunque sin lograrlo, a los promotores de esos proyectos. Mi reconocimiento a todos porque han renovado las esperanzas de que este pueblo sea capaz de movilizarse para defender sus derechos, quizás como una señal de los nuevos tiempos en que el neoliberalismo está siendo denunciado hasta por sus propios cultores.

Gracias a todos por las movilizaciones de fin de año que, a lo mejor, son muestra anticipada del cambio que ya se vislumbra en varios países del continente donde los pueblos están votando a favor de lo que realmente necesitan, al tiempo que rechazan lo que los políticos y los Partidos tradicionales han estado imponiéndoles para su propio beneficio.

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