Regeneración del Gobierno

Regeneración del Gobierno

Comparando situación política al momento de las elecciones con el presente, nos encontramos ante un gobierno que ha degenerado en confianza y credibilidad, aprecio y respeto. Sus anuncios no traspasan la frontera de lo mediático, siendo los operativos de seguridad el mejor testimonio. Luce acorralado, contra espada y pared o atrapado sin salida visible. Vencido en batalla ética y social a pesar de sus combates mediáticos y procedimentales, esperando milagros y ganando tiempo. Torpe e ineficiente en sus respuestas, como si se desenvolviera en arena movediza: ante cada movimiento, se hunde más.
Pocos imaginaron que iba a degenerarse tanto en tan poco tiempo. La “politologocracia” llegó a pronosticar y pregonar la perpetuación del continuismo hasta periodos coincidentes con nuestro bicentenario republicano. Nadie podría imaginar que el Presidente Medina se colocaría tan a la defensiva como para necesitar que sus correligionarios mendigaran apoyos políticos.
Varias razones explican esta degeneración. Desde la falla de origen por cuestionamientos a legitimidades resultantes del viciado proceso electoral pasado hasta la forma tan grosera como utilizaron recursos públicos, provocando repugnancia ciudadana. Y la ineficiencia opositora de no marcar diferencias programáticas que impidieran convencer que encarnaba un cambio, frente a un eficiente proselitismo gubernamental.
Para colmo, en Brasil detona una red internacional de sobrevaloración de proyectos, financiamientos irregulares de obras y campañas, sobornos y privilegios de contrataciones, que involucran seriamente funcionarios en lavado de activos internacionales. Las omisiones de acciones gubernamentales contundentes, interpretada como señal de encubrimiento, acentúan la degeneración.
Como consecuencia, surgen movilizaciones ciudadanas contra corrupción e impunidad, al margen del partidismo cómplice y connivente, que ha desprestigiado y llevado al gobierno a la torpeza de recurrir a prácticas represivas: intervenciones telefónicas, acusaciones a activistas sociales, cierre de programas de comunicación, impedimento del ejercicio de funcionarios electos, nombramientos y aumentos de asignaciones presupuestarias para congraciarse, etc.
Ante este escenario, no han faltado voces temerarias y fabuladoras que otean turbios nubarrones para el ejercicio presidencial. El propio gobierno, sus funcionarios y correligionarios, intentando enfrentar la ofensiva en su contra, recurren a argumentos que abonan esta turbiedad: denunciar la destitución presidencial. Y al convocar cierre de filas para defender un Presidente que hacían suponer revestido de tal popularidad y fortaleza que no necesitaba defensas. Ejemplo: carta del director de INPOSDOM.
Lo precedente requiere una regeneración, con el agravante que no se vislumbra que el gobierno tenga, quiera y pueda, capacidad de hacerlo. Porque para regenerarse necesitaría sancionar corrupción, someterse al imperio de leyes, aplicándolas rigurosamente; como aquellas necesarias para disciplinar y eficientar el gasto y funciones públicas.

Estamos ante una encrucijada que pone a prueba instancias responsables de nuestra democracia.

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