Reglamento 301-05. ¿Un Reglamento Mordaza?

Reglamento 301-05. ¿Un Reglamento Mordaza?

POR DONALD ROWLAND
Cuando un ciudadano cualquiera establece como objetivo llegar a Santiago de los Caballeros partiendo desde la capital, toma como vía natural y expedita la autopista Duarte. Pero cuando esta vía se le obstaculiza por “x” o “y” razones tiende a buscar una ruta alterna para poder alcanzar su objetivo inicial.

Esa es al parecer la línea de pensamiento que promueven ahora los estrategas de la comunicación gubernamental con la modificación y aprobación semi-clandestina del nuevo Reglamento 301-05 que regula el funcionamiento de la célebre Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía con el evidente objetivo de “llegar a Santiago” por cualquier vía.

Con este motivo vale reproducir el Trípode que se publicó en la ocasión en que se anunció, hace varios meses, desde las propias instancias del gobierno, la propuesta de crear un Administrador de las Comunicaciones.

Administrador de Comunicaciones. Insólita Función.

¿Administrar la información desde las instancias del gobierno?

El anuncio dado a conocer precisamente desde las trincheras del llamado Gabinete de Comunicación cayó como un “shock eléctrico” en el maltrecho cuerpo del conjunto de los medios de comunicación, afectado ya por ciertas medidas restrictivas que ponían en duda la debida transparencia prometida en campaña por los actuales incumbentes del gobierno.

“Estamos ofreciendo detalles de determinadas cosas, pero estamos tratando de administrar la información, porque queremos suministrar las que sean oportunas, no queremos estar de necios importunando a la familia dominicana”, anunció la semana pasada el vocero oficial del Poder Ejecutivo, Roberto Rodríguez Marchena, basando su afirmación en un estudio que, según él, estableció el malestar que producen entre los dominicanos la impertinencia y el escándalo.

Siguiendo esa línea de pensamiento, y suponemos que aprovechando los resultados del estudio de marras, Marchena afirmó: “Hasta cierto punto la evaluación que hemos hecho indica que la población dominicana está fastidiada de la injerencia, de la impertinencia, de los escándalos, de las intervenciones en sus hogares, en la sala, en el comedor, en la habitación, de parte de funcionarios del gobierno y del propio Presidente de la República”.

En nuestra calidad de soldado raso del ejército de los comunicadores en la República Dominicana nos sentimos preocupados por lo que consideramos un desaguisado de tal magnitud y expresamos nuestra frustración frente a las elevadas expectativas que originalmente se trazó la población sobre las promesas de transparencia total que llevarían a cabo los profesionales a cargo del área de prensa de este gobierno.

El sentimiento de frustración viene como producto de que, aparentemente, los componentes de ese equipo han ignorado, no sólo la ley que regula la información pública (porque de seguro la conocen) sino también las opiniones que sobre el particular han expresado a través del tiempo los m{as connotados Presidentes Norteamericanos y los Directores de Prensa de sus respectivos gobiernos.

En el año 1822 el cuarto presidente de los Estados Unidos, James Madison, dijo al referirse a este tema que “Un gobierno popular sin información popular o los medios para adquirirla es una especie de prólogo a la farsa o la tragedia, o quizás para ambas”. Más adelante Abraham Lincoln el presidente americano numero 16, en el año 1864, expresó: “Permitan que la gente conozca los hechos, y el país estará seguro”. 

Un poco más cercano en el tiempo se recuerda lo dicho por John F. Kennedy, uno de los más queridos y admirados Presidentes de los Estados Unidos, al afirmar que “El flujo de las ideas, la capacidad de hacer una bien informada elección, la habilidad de criticar, todos estos supuestos sobre los cuales descansa la democracia política, dependen grandemente de las comunicaciones’. 

Estas opiniones se fundamentan evidentemente en el convencimiento de estos elevados hombres de Poder de que para que la gente pueda ejercer su poder, deben estar en capacidad de tomar decisiones bien informadas y juicios independientes. Y esto solo puede ocurrir si tienen información actual y creíble. Esto lo obtienen de una prensa libre. La prensa libre sirve como perro guardián de la ciudadanía frente al gobierno. Los medios informan al público acerca de las actividades del gobierno y generan el debate. Exigen los más altos estándares de los funcionarios públicos y reportan si el gobierno esta manteniendo la confianza pública.

Frente a tan loable función, los voceros del gobierno no deben obstaculizar el flujo de las informaciones. Los servidores públicos no tienen el derecho de decidir que es bueno y que no es bueno que la gente conozca. Su trabajo es suministrar el material informativo a los periodistas, aun a aquellos percibidos como menos amigables.

Tal como lo afirma Ari Fleisher, Ex-Secretario de Prensa del Presidente George W. Bush, “El trabajo del secretario de prensa es el de presentar las ideas y las posiciones del Presidente de manera que le ayude en el avance de su agenda, a la vez que ayude a la prensa a comprender las ejecutorias del gobierno. Es un acto de equilibrio que requiere un juicio sereno en el servicio a dos amos”.

En adición es sabido que la población dominicana, en esta materia, ha superado siempre a su liderazgo político, tomando las informaciones con un granito de sal y leyendo “entre líneas” las distintas posiciones y opiniones que provienen de las instancias de cualquier gobierno, sea este de corte liberal, conservador o… indefinido.

d.rowland@verizon.net.do

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