Los familiares de los soldados que llegaron anoche desde Irak se saltaron las vallas de seguridad y vencieron la resistencia de la policía militar en el aeropuerto Las Américas para llegar hasta los soldados y abrazarlos con tanta alegría que algunas madres y esposas se desmayaron.

La ceremonia de recibimiento fue interrumpida por la avalancha de los parientes de las tropas que acudió hasta la escalerilla del avión a donde estaba formado el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas para recibir a los soldados.

A las 9:15 llegó el jet de Miami Air matrícula N734MA que trajo a los 152 soldados, de los 302 que fueron enviados en el primer grupo a Irak. El primer grupo de 150 había vuelto al país el pasado día 18. Anteayer partió otro grupo hacia Irak.

La ceremonia de recibimiento comenzó a las 9:34, porque se esperó fue hasta la llegada del embajador de Estados Unidos, Hans Hertell.

El primero en salir del avión fue el coronel Ángel Camacho Ubiera, con una gran bandera dominicana, lo que arrancó una gran ovación de parte de los familiares.

El general Carlos Cuervo Desangles, quien había organizado la ceremonia, informó que se había previsto un pase de revista a las tropas junto al secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general José Miguel Soto Jiménez y el coronel Camacho Ubiera.

Estaban formados el primer grupo que llegó en enero y que estaba en formación militar, como al segundo grupo que llegó anoche. Esa ceremonia no fue posible porque los familiares, que también portaban banderas dominicanas y carteles en el que daban la bienvenida a sus parientes, se lanzaron hasta donde estaban formados los soldados.

“Bienvenido a tu país López Henríquez”, decía uno de los carteles.

Los soldados al ver a sus parientes, luego de hacer el saludo a la Bandera, se dejaban llevar de la emoción de ver a sus seres queridos. El sargento Leandro Mena Pérez, Orlando Lina Santos y el sargento Randal Mora Medina fueron abrazados por sus familiares cuando llegaron.

Nancy Castillo, madre del cabo Jonathan García Castillo (Aventura), lo cargó a sus espaldas. García Castillo fue el soldado que antes de partir, al subir a la nave que lo llevaría a Irak, afirmó: “Me voy pero vuelvo”.