Regulación y apetito inversionistas impulsaron exclusiones de bolsa

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Nueva York (EFE).- El 2006 no sólo pasará a la historia por ser el año en que el Dow Jones de Industriales logró batir los máximos históricos del año 2000, sino también por marcar récords en cuanto a compras y salidas de empresas de la bolsa.

Este año han proliferado las compras de empresas por parte de fondos de inversión privados, que buscan hacerse con el control de una compañía que se negocia en bolsa para poder manejarla lejos de la mirada de las autoridades reguladoras y los accionistas.

Al dejar de cotizar en bolsa, una empresa ya no necesita hacer públicos sus estados financieros y se ahorra una serie de gastos para cumplir con lo impuesto por las autoridades.

Más importante, a juicio de los expertos, es que también puede tomar decisiones mucho más agresivas y permitirse libertades que una firma que negocia acciones en el mercado difícilmente puede tomar. Entre ellas se cuenta el no tener que tener beneficios estables y siempre al alza para satisfacer los deseos de sus accionistas, un verdadero “karma” con el que deben luchar casi todas las empresas que cotizan en Wall Street.

Estas operaciones son llevadas a cabo por fondos privados de inversión, verdaderos gigantes financieros que reúnen dinero de distintas fuentes para comprar empresas.

Cada vez que un fondo se interesa por una empresa, lleva a cabo un proceso para recaudar dinero, y este año los fondos acumulados han sumado, sólo hasta el mes de noviembre y según las últimas cifras disponibles, 178.00 millones de dólares, más que el récord de 177.000 millones del año 2000.

La gran mayoría de este dinero, unos 118.000 millones de dólares, ha sido utilizado para estas “compras apalancadas”, es decir, para comprar empresas que estaban en bolsa y que se financian con los bienes de la empresa adquirida.

Para entender el auge de este tipo de operaciones hay que analizar varios factores, según se desprende de las declaraciones de distintos actores del mercado, desde inversores hasta el mismo Secretario del Tesoro de EEUU, Henry Paulson.

En un discurso el mes pasado en Nueva York, Paulson señaló que el nivel de compras de empresas con el fin de retirarlas de la bolsa ha alcanzado un porcentaje de las compras totales de empresas que no se veía en 20 años, y señaló que en gran medida esto se debe al aumento de las regulaciones.

Tras los escándalos corporativos de empresas como Enron o WorldCom, el Congreso de EEUU aprobó el acta Sarbanes-Oxley en el año 2002, que impuso una serie de nuevas regulaciones para las empresas que cotizan en bolsa.

Paulson señaló que la forma de implementar esta ley y restricciones excesivas en algunas materias podrían estar perjudicando la competitividad de los mercados estadounidenses.

Precisamente para dar respuesta a estas inquietudes, la comisión de valores de EEUU, la SEC, aprobó la semana pasada una iniciativa para relajar parte de estas restricciones.

Otro factor que explica el aumento de este tipo de compras es el hecho de que en los últimos años tanto la opinión pública como los entes reguladores no han visto con buenos ojos cuando a los ejecutivos de una empresa se le pagan suculentas sumas o paquetes de compensación por su trabajo.

Esto hace que muchos altos ejecutivos miren con interés el mundo de los fondos privados de inversión, donde no tiene la obligación de dar a conocer sus sueldos.  Si a esto se le suma la predilección de estos fondos por empresas consolidadas, de negocios maduros y bien manejados, aunque sin los grandes aumentos de rentabilidad y ventas que tanto llaman la atención de los accionistas, se tiene un argumento importante para su auge.

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