Si alguien me pidiera que defina el Gobierno del presidente Luis Abinader en una palabra usaría la más repetida en las notas de prensa enviadas desde el Palacio Nacional: “histórico”.
Las medidas, los decretos, las estadísticas, las visitas, los días… hay tantos precedentes bautizados como históricos que en el futuro los historiadores se perderán entre tanta historicidad.
El último hito histórico del presidente Abinader fue la promulgación del decreto 1-24 que regula la publicidad oficial y establece los criterios para la contratación en los medios de comunicación y plataformas digitales para evitar el uso de los recursos del Estado con fines electorales y garantizar una mayor transparencia.
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Esto incluye la prohibición del uso de publicidad oficial como subsidio o pago encubierto para beneficiar directa o indirectamente a comunicadores, periodistas, medios, personas o agentes; así como el uso de la publicidad con fines propagandísticos o usar la voz e imagen que individualice/distinga a los funcionarios.
Lo más interesante del decreto es ver cómo se cumplirá en un país en el que los funcionarios lo personalizan todo. Por otro lado, falta saber si detendrán las campañas pagadas en las redes sociales que de tanto provecho han sido para muchos.