Reinaldo Pared Pérez tuvo una breve, intensa y fructífera existencia. Sus éxitos políticos, económicos, familiares y personales fueron notorios al igual que su firme carácter frente a las situaciones que, como secretario general del PLD o presidente del Senado, debía enfrentar en diferentes circunstancias.
Compartí viajes a Santiago con él cuando se encargaba de la parte legal de los solares que yo, en representación de Plaza Lama, debía comprar para la compañía en la avenida 27 de Febrero, donde se levantó la principal tienda de los Lama. Él representaba la oficina Tapia Espinal. Hicimos buena liga.
Luego llegó a posiciones cimeras en su partido y mantuvo, al margen de las parafernalias del poder, un carácter sencillo, amigable y alegre con las gentes de su barrio natal de San Carlos, sector del que nunca se desvinculó e iba a comer yaniqueques y sándwiches de un tradicional negocio del sector.
Recuerdo como una de sus mejores acciones, la construcción de una vivienda decente al emblemático dirigente comunista Jorge Puello Soriano en la antigua calle Barahona cuando el viejo rancho en que vivía se le quemó. Cuando nos encontrábamos conversábamos sobre música, deportes y cualquier otro tema, menos de política, porque ahí, nunca estuvimos de acuerdo. ¡Descanse en paz!