Reingeniería de la confianza

Reingeniería de la confianza

POR ROBERTO B. SALADÍN SELIN
Parecería que el camino hacia una economía racional y realista, en el periodo septiembre-diciembre, dentro de la recesión y frenazo que experimentó la economía nacional con una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) nunca vista, pasa por una reingeniería de la confianza, percepción esa que el sector público y aun el sector privado, no deberían perder de vista, porque los efectos residuales de la crisis, no se reabsorberán de manera espontánea. La confianza, no es como el café soluble:  instantánea.

Para abordar con rigor una reingeniería de la confianza, primero hay que tener una percepción clara de las cinco crisis superpuestas que llevaron a la República Dominicana a la situación heredada a mediados de agosto del presente año, a saber i) crisis energética, ii) crisis financiera, iii) déficit del sector público y déficit cuasi-fiscal, iv) devaluación, y v) altas tasas de interés, todas las cuales, provocaron una caída del ingreso per cápita de la población, que nos retrotrayó a diez años atrás, más el castigo de la inflación, el más cruel de todos los impuestos.

Partiendo de la premisa de que la reforma o ajuste fiscal, no deprima más la economía nacional, obsérvese la contracción de las importaciones en un monto superior a los US$ 1,600 millones en el pasado inmediato, tomándose como ejemplo la contracción en las importaciones de vehículos, para que se conceptualice, que lo que el país requiere es un programa integral que genere un «schock de confianza». Fue J.A. Schumpeter que expresó «quién no ha oído o dicho alguna vez que este o aquel hecho delicado, no debía decirse públicamente, o que una cierta línea de razonamiento, aunque válida, no era conveniente ?»

Un «schock de confianza», construirlo, abriría la interrogante de cual sería el efecto sobre una economía en recesión de más impuestos, dada la fascinación que ejerce para ciertos sectores los paquetes fiscales, ya que siendo racionales y realistas, la capacidad de la economía nacional de abatir,  absorber y eliminar los efectos de las cinco crisis superpuestas, antes mencionadas, parecerían exigir un horizonte de tiempo que se transfiere al 2005 y años siguientes.

Todos los sectores están concientes de que existe un problema de stocks de la deuda pública del gobierno central y cuasi-fiscal muy elevada, como lo han señalado ya varios expertos y el impacto eventual sobre los ingresos fiscales de reducciones arancelarias en el futuro. Lo prudente sería para generar un «schock de confianza», además de la reducción anunciada de un 20 por ciento en el gasto público, en el período septiembre-diciembre y los próximos 18 meses, darle un respiro impositivo al país, al mismo tiempo que ese «cocktail» de reducción del gasto se combina con una eficiencia dinámica de las recaudaciones fiscales y ahí está el ejemplo que está dando ya la Dirección General de Aduanas.

Iniciar gestiones exploratorias con el Club de París, para la renegociación de la deuda externa, cuando el Acuerdo con el FMI está en un limbo, pendiente aún además, la denominada reforma fiscal, en un contexto de atraso en algunos pagos de la deuda externa, donde la máxima presión para el gobierno son los vencimientos de los famosos bonos soberanos, podría inducir a generar señales confusas para la comunidad financiera internacional. Primero, desde ahora hasta diciembre, debería ponerse la casa en orden. Generar confianza, es abatir la inflación, reduciéndola de dos dígitos a un dígito, después del crecimiento incontrolado de los medios de pago.

Contribuiría mucho a generar un «schock de confianza», nacional e internacionalmente, transferir la renegociación de la deuda externa para el año 2005, después que se tenga la razón social República Dominicana, S. A., en orden, con el gobierno central, dotado de su presupuesto de ingresos y ley de gastos públicos para el próximo año fiscal 2005 y el Acuerdo con el FMI vigente. Así, el panorama sería diferente y el gobierno, honrando los pagos de la deuda externa hasta diciembre, crearía un entorno más favorable para la renegociación de la deuda en el 2005.

Por eso, se habla de una reingeniería de la confianza, cimentada en un «schock de confianza», teniendo como zapata, abatir, absorber y eliminar, las cinco crisis superpuestas que heredó la nación y la inflación que castigo el país. Pero se requiere de un horizonte de tiempo.

Por eso, habría que recordar en la coyuntura actual, lo que Henry Hazlitt señalara, de que «no es solamente que la inflación genere deshonestidad en una nación. La inflación es en sí misma un acto deshonesto por parte del Gobierno y pone el ejemplo a los ciudadanos privados.»

La reingeniería de la confianza pasa también por el abatimiento y reducción de la inflación.

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