Abinader está compelido someter su Gobierno a reingeniería luego de consulta PLDista si aspira retenerlo en 2024, no solo por resultar muy desfavorecida candidata que el rumor público sindicaba como apuesta gubernamental sino por aumentar posibilidad de arreglos con Fernández.
El día de consulta apareció en redes llamado de Fernández para votar por Martínez. Si bien fue evidente tratarse de “fake-news”, pareció emanar del entorno leonelista. Los precedentes y propagandas conducían al restablecimiento de vínculos preexistentes entre ambos aspirantes.
La lógica apunta a concordancia entre ellos: pactándose o no, espontánea o fortuitamente, en primera o segunda vuelta; PLDistas de corazón no se suicidarán ante reducción del partido evidenciada por votación no cacareada. Un binomio considerable constituido por herederos inmediatos del boschismo está esbozado para enfrentar el mediato gobernante; confrontación que, lamentablemente, polarizaría próximas elecciones, salvo que una contingencia cuasi milagrosa haga surgir otras opciones.
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El Gobierno no puede dormirse en magros laureles so pena de verse arrastrado por la corriente. No puede contender exitosamente con manos vacías o semillenas.
Su principal recurso electoral ha de ser sus realizaciones ante nuestros problemas fundamentales.
Sobre todo que se desvanecen expectativas forjadas. Poco o nada ha cambiado en problemas básicos. En otros, continúan paradigmas pasados. O empeorando.
Sancionar corrupción se diluye en tortuosidades procedimentales; delincuencia sigue adueñándose de calles, hasta surgir bandas al estilo haitiano, ante tantas reformas policiales llegándose a reconocer incompetencias; sigue apostándose superar mala calidad educativa con recursos, adicionales al dispendiado 4%; Ministerio Presidencia se ha reducido a continuar proyectos pasados, prosiguen déficits fiscales y endeudamientos por mas burocracia, subsidios y pensiones; informalidad alcanza récord, combatir inflación se deja al Banco Central sin acciones firmes para superar rezago agropecuario, aumentan presiones migratorias ante soluciones inadecuadas y pasividad en someter iniciativas, sistemáticamente seguidas, procurando gobernabilidad haitiana; comercialización combustibles no cambió de fórmula, agravándola, subsidiándolos; déficits eléctricos continúa incrementándose por aumentarse pérdidas y gastos; seguridad social se ha tornado conflictiva dificultando servicios de salud y cuestionándose administración financiera.