La concentración de poder que, a fuerza de terror se agenció el fenecido presidente Joaquín Balaguer en el régimen de los 12 años, le creó las condiciones favorables para nunca haber sido llamado a responder ante la justicia por la estela de crímenes atribuidos a su período de gobierno.
De los incontables asesinatos y desapariciones solo llegó a los tribunales y obtuvo sentencia el caso del periodista Orlando Martínez que, partiendo del principio justicia tardía, justicia denegada, también quedó impune debido a que la condena se produjo 32 años después del hecho y cuando las condiciones físicas del principal acusado obligaron a mantenerlo más en una habitación de hospital, donde murió, que tras las rejas.
Del asesinato del joven periodista, el propio Balaguer admitió que conocía del hecho y, una vez abierto el proceso judicial, nadie lo requirió para cuestionarlo.
En el año 1988, cuando ya estaba en proceso la denuncia del hecho, publicó el libro Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo, en el que dejó una página en blanco en la que escribió que encargó a alguien que tras su muerte la llenaría con los detalles del asesinato de Martínez, ocurrido en las inmediaciones UASD, el 17 de marzo del 1975.
Esta página se inserta en blanco. Durante muchos años permanecerá muda, pero un día hablará, para que su voz sea recogida por la historia. Callada, como una tumba, cuyo secreto a voces se levantará, acusador, cuando el tiempo permita levantar la losa bajo la cual permanece yacente la verdad. Nueve años después la página sigue en blanco.
Justicia Subordinada. En el Distrito Nacional habían cuatro cámaras penales que eran dirigidas por tenientes y capitanes de la Policía Nacional y el Ejército, con la finalidad específica de usar mano dura contra esos que llamaban delincuentes que eran los dirigentes opositores al régimen, según explica el entonces abogado laborista y hoy juez de la Suprema Corte de Justicia Julio Aníbal Suárez Duvernay. Era una justicia postrada de rodillas al Ejecutivo, recuerda.
Al respecto el doctor Virgilio Bello Rosa, quien como abogado representó a muchas de las víctimas de la época, afirma que Balaguer tenía un control tan rígido sobre la justicia que era casi imposible que recibieran alguna querella por desaparición o asesinato …y en el caso que la recibieran no iban a condenar a nadie, era un poco ponerse de mojiganga.
Debido a que para esos años los jueces aún eran designados por el Senado de la República, el líder reformista de todos los tiempos tenía en esa vía política la facilidad de poner a quien quisiera. Incluso, en el ocaso del cruento período, cuando la victoria electoral del ex presidente Antonio Guzmán, en 1978 puso fin al prolongado mandato de 12 años, Balaguer aseguró el dominio del Congreso Nacional y, aún con un Gobierno de oposición, permaneció al mando en el Poder Judicial.
Balaguer se quedó con el control de la justicia para mantener el dominio sobre los estamentos que podían condenar gente, afirma el jurista Bello Rosa.
Precisamente, no fue sino hasta que se quitó al Senado la designación de los jueces que la situación varió. El caso Orlando Martínez obtuvo la primera sentencia en el año 2000, cuando fueron condenados a 30 años Mariano Cabrera Durán, Rafael Lluberes Ricart y Joaquín Antonio Pou Castro, fallecido en abril pasado.
En ese proceso se pidió la instrucción suplentaria de Balaguer y otros, pero la Décima Cámara Penal del Distrito Nacional la rechazó por extemporánea.
Un mismo expediente. Como si se tratara de una copia fotostática, a todos los presos políticos se les imputaban los mismos tipos penales en la justicia y hasta se presentaban las mismas evidencias como pruebas.
El magistrado Suárez Duvernay recuerda que a los opositores se les aplicaba el Código Penal en los artículos 267 y 265 que castigaba la asociación de malhechores, la Ley 6, que condenaba las actividades comunistas y la Ley 36 sobre porte y tenencia de armas de fuego que se enmarcaba dentro de los actos de terrorismo. Al que le imponían esos cargos ya sabía que no tenía posibilidad de salir en libertad, expresa sobre la situación el magistrado Suárez.
Explica que se violaba con frecuencia la presunción de inocencia porque a los detenidos se les tenía como culpables antes de ser llevados a juicio.
Una granada famosa. Tanto Bello Rosa como el magistrado Suárez Duvernay recuerdan que en los procesos a los opositores al régimen siempre se presentaba una misma granada dentro de las evidencias y eso lo pudieron establecer en una ocasión en que al doctor Bello Rosa se le ocurrió marcarla y, como eran recurrentes en la defensa de esos casos, en otro proceso fue llevada la misma granada y le enrostró al juez que el artefacto era reusado. A partir de ahí buscaron otra.
Suárez dice que la complicidad incluía al Ministerio Público y eso se podía observar en los procesos. Recordó que en un juicio escuchó a un fiscal decir que al imputado en cuestión le habían encontrado literatura comunista y cuando se le preguntó el tipo de literatura dijo que el libro Cien Años de Soledad y al cuestionársele que cómo sabía que era comunista respondió que eso fue lo que le dijo la Policía.
Los presos políticos. Una vez llevados a prisión los opositores corrían el riesgo o de permanecer por largo tiempo tras las rejas o de ser desaparecidos desde la propia cárcel. Eran llevados a La Victoria, desde donde los sacaban en las noches para someterlos a torturas como golpearlos con correas de arena, propinarles macanazos en los testículos y rodillas, corriente eléctrica en diferentes partes del cuerpo, llevarlos a una zona del mar en que habitaba un tiburón llamado Bolo y otras.
En ocasiones sacaban a los presos para supuestas audiencias y no volvían al recinto. Otra modalidad era darles la libertad en horas de la noche y en el camino encontraban la muerte. Dentro de la cárcel también se recurría al llamado chapeo que consistía en que grupos favorables al régimen propinaban palizas colectivas a los llamados cabeza caliente.
Para mantener en prisión algún preso se le formulaban expedientes sobre expedientes. Así muchos vieron pasar años presos de manera injusta.
ZOOM
La Historia ha sido benigna con Balaguer
Así lo afirma el doctor Virgilio Bello Rosa, tras señalar que en los 12 años Balaguer gobernó a sangre y fuego. Yo creo que ha debido juzgarse la forma en que él gobernó y no ha habido muchos historiadores que hayan escrito libros para la posterioridad que recojan lo que fue ese régimen. Al analizar la situación recuerda que los últimos años no fueron tan represivos y que cuando se le preguntaba a Balaguer el porqué del cambio decía que no era él sino que lo que habían cambiado eran las circunstancias. Bello Rosa dice que una posible razón para la historia haber sido benigna podría ser el apoyo que en momentos clave dio a las fuerzas políticas mayoritarias PLD y PRD.
Más muertos políticos que en la Era de Trujillo
Aunque dice que podría ser tomado como una herejía de su parte, Bello Rosa entiende que hubo mucho más muertos y presos por razones políticas en los 12 años que en la Era del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Algunas víctimas
Gregorio García Castro, Orlando Martínez, Otto Morales, Roberto Figueroa, Henry Segarra Santos, Plinio Díaz, Freddy Antonio Sosa Martínez, Juan Bautista Polanco, Amín Abel Hasbún, Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Maximiliano Gómez, Homero Hernández, Sagrario Ercira Díaz, Guido Gil, Francisco Alberto Caamaño, Ramón Euclides Holguín Marte, Mario Nelson Galán Durán…