REITZEL
En la galeria de Lyle O. Reitzel dos fotógrafos contemporáneos

REITZEL<BR><STRONG>En la galeria de Lyle O. Reitzel dos fotógrafos contemporáneos</STRONG>

POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Desde la noche del 21 de septiembre, la galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo, localizada en la Plaza Andalucía ll del ensanche Piantini, mantiene abierta sendas muestras individuales de Evelyn Espaillat y Fausto Ortiz, dos de nuestros fotógrafos emergentes más activos, comprometidos y preocupados por el proceso creativo y la calidad de su producción.

Las dos muestras forman parte del programa expositivo de PHOTOIMAGEN 2006, evento organizado por la Fundación Imagen 83, bajo la producción general de Carmen Grullón y los auspicios del periódico HOY, el BHD, American Airlines, Planeta Azul, Banco León, Brugal y la Secretaría de Estado de Cultura, entre otras empresas e instituciones reconocidas del país.  

EVELYN ESPAILLAT

Reflejos y refracciones de lo real
En los umbrales del siglo XXl la fotografía se proyecta como una de las disciplinas creativas de mayor practica y extensión productiva. Junto a las instalaciones y el video proclama su primacía entre las tres corrientes predominantes del arte contemporáneo. En Santo Domingo, profesionales y amateurs manejan recursos técnicos cada vez más «naturales» y refinados. El desbordamiento productivo arremete contra la calidad de la imaginación y la dignidad del mismo objeto fotográfico. Pero, ni el acceso a la cámara ni el exceso de imágenes pueden suprimir la sensibilidad, «el ojo perceptivo», la disposición in-formativa o la cultura visual que resguardan la vitalidad de la práctica fotográfica y proclaman la resistencia de los auténticos manipuladores del dispositivo tecnológico. 

Resultados emblemáticos de tal resistencia son los trabajos de artistas como Mayra Johnson, Xiomara Fernández, Evelyn Espaillat, Fior Vidal, Lissette Gil y Patricia Pou Henríquez, nucleadas en el grupo IMAGEN 83, activo desde hace más de dos décadas y responsable de significativas exposiciones, tanto individuales como colectivas, así como de honores y reconocimientos en el mundo de la fotografía dominicana e internacional.

Aunque sus inicios tienen que ver con los cursos de Fotografía Profesional de la Casa Fotográfica Wilfredo García, Evelyn Espaillat es nacida y formada artísticamente en los Estados Unidos, donde realizó estudios especializados en el Center of Photography de la ciudad de Nueva York. Ella emerge como creadora de personalidad distintiva hacia finales de la década de los 90s, precisamente, un contexto en el que se advierte en la República Dominicana una notable implicación de las mujeres artistas en la deconstrucción visual de su realidad sociocultural, de su universo íntimo, de su corporeidad, de sus circunstancias cotidianas y de sus otredades existenciales a través del acto fotográfico.

Desde la nostalgia y la tensión subyacentes en los interiores y exteriores arquitectónicos de sus «Memorias» neoyorquinas (DPI/Sto.Dgo/02) hasta la intensidad y fascinación de sus especulaciones subjetivas en sus «Transmutaciones» (Elespacio/Sto. Dgo/05),  así como en las más recientes imágenes de sus series de «Reflejos» e «Identidades», persiste una voluntad reflexiva en la práctica fotográfica de Evelyn Espaillat. Tal disposición se advierte al confrontar unas imágenes cuyos referentes devienen en sombras, celajes, reflejos, refracciones materializadas  e iluminaciones metafóricas de una humanidad que avanza «a la deriva» sobre el simulacro de su propio éxtasis existencial. Humanidad embebida y deslumbrada en la consumación de su lúdica y trágica historicidad, en el oleaje o estallido de una esquizia cotidiana que se retroalimenta desde sus mismos cimientos, superficies, espacios y estructuras artificiales. 

FAUSTO ORTIZ

El espejo subvertido
Fascinación y miseria de la condición humana contemporánea. Subversión o puesta en crísis de la imagen fotográfica como «espejo con memoria». Tales pre-textos podrían resultar claves ante la posibilidad de una lectura clarificada de la obra reciente de Fausto Ortiz  (1970). Aunque en su admirable y sugestivo repertorio de imágenes opera sistemáticamente una semiótica «naturalista» que nos refiere en primera instancia al calamitoso folclor de la posmodernidad: -mixtificaciones políticas y existenciales como simulacro de un instante maquinal; esquizia y disolución de la individualidad; deposiciones y residuos humanos traficables-, su lúdica poética fotográfica nos adentra de manera cristalina en los territorios especulares de la ficción, del asombro, de la subjetividad y del absurdo.

Virtuoso en el manejo del medio y el instrumento, ya sea vía la preferencia efectiva del color o aprovechando la fuerza y honestidad del blanco/negro, sus audaces disparos desde una íntima perspectiva metafórica, penetran los juegos «sucios» del poder depredador, los efímeros y excesivos rituales del deseo, el terror y la vanidad, así como los penúltimos divertimentos o colisiones éticas  e ideológicas de un pueblo abismado en su constante hipermimética: sus expresiones fragmentarias; los metafísicos escenarios de sus devastaciones  ontológicas y de sus deliciosas transgresiones carnavalescas.

Dueño de un talento y unas habilidades creativas que lo llevan a lograr imágenes fotográficas cuya singularidad reside en su depuración formal y en su notable capacidad de motivación del espectador, Fausto Ortiz asume una estética eminentemente simbólica en la que pesan más la idea y la expresión que las mismas referencias o posibilidades comunicativas de la imagen. Sin embargo, en su caso, más que de imágenes, hay que hablar de auténticas fricciones simbólicas, textos polivalentes o verdaderos hipertextos que funcionan desbordando los presupuestos significativos de los objetos y sujetos captados. En ese sentido, su práctica artística implica una disposición disimuladora y potenciadora de una serie de recursos técnicos y conceptuales que le permiten examinar y subvertir de manera simultánea la realidad retratada.

En su serie de «Desechos», el joven Arquitecto y fotógrafo nativo de Santiago de los Caballeros, juega y reflexiona ante la cuestión urbana en el Caribe contemporáneo: corporeidad, fuga, naufragio, retorno y transmigración de un Ser solar, de una identidad escindida, reafirmándose constantemente en su fértil proceso de polisíntesis genético-cultural y biotecnológico; en la volatilidad de sus profundas pulsiones y cimientos ancestrales, en su perpétuo gestual de autenegación.

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