Relaciones isleñas hacia la hoguera

Relaciones isleñas hacia la hoguera

Es previsible que las futuras relaciones dominico-haitianas, con el triunfo de Michell Martelly para la presidencia haitiana, se encaminarán por un sendero muy delicado que podría zambullirse en una hoguera de la incomprensión, destruyendo los lazos de entendimiento que se habían consolidado después de la masiva ayuda dominicana a raíz del terremoto del 12 de enero del 2010.

El presidente electo Martelly ha mostrado sus intenciones de forzar a una claudicación del derecho dominicano de controlar y retornar a Haití a sus ciudadanos que ilegalmente ingresan al país. Martelly pretende que exista el libre tránsito para aliviar las demandas que experimentará de un pueblo en extrema miseria y no podrá atenderlas.

La clase política dominicana está muy lejos de esa realidad que se cierne sobre el país, con nubes negras de agitación y de inquietudes extremas. Y es que aquí todo está perturbado por un notable laborantismo político prematuro, donde ya solo se habla de las aspiraciones de quienes aspiran a ser electos en las elecciones de mayo del 2012.

Y el trajinar político criollo es más importante que prever el futuro de las relaciones de los dos países de la isla. En el occidente comenzará un proceso efervescente de estímulo de las masas haitianas, para que miren hacia oriente, buscando uno pretexto para denunciar la agresividad racista dominicana.

El propósito de Martelly es que sus nacionales puedan ingresar libremente al país, y que las autoridades locales, con el temor de ser acusadas de represivas y bajo el escrutinio severo de los amigos de Haití, renieguen de sus derechos y obligaciones para frenar una oleada humana que busca sobrevivir en el oriente isleño.

Residentes en el sur de Santiago han estado señalando el camino de las protestas. La expulsión sumaria de los ilegales en un proceder que es inhumano y en contra de las leyes, pero es la única vía que los dominicanos tienen para hacerle ver a las autoridades locales una pasividad anti dominicana y de indecisiones. Deberían recapacitar y asumir una tarea de control que no llevan a cabo. Parecería que se obedece a una orden secreta de hacerse de la vista gorda, a medida que el país se inunda por todos sus rincones de los ilegales occidentales.

En un futuro cercano, las relaciones entre los dos países de la isla se transformarán dramáticamente con las nuevas orientaciones de la diplomacia haitiana, que atacarán a la dominicana en varias vertientes, denunciando en los organismos la violación de los derechos humanos, la denegación de actas de nacimiento y la negativa de expedirle cédulas, cosa que en Haití casi no existe.

La diplomacia haitiana de ahora en adelante tendrá su misión de ser agresiva y empujar a la dominicana a defenderse. La dominicana solo sabe doblegarse con el rabo entre las piernas cuando ellos gritan y denuncian los abusos dominicanos en contra de sus nacionales, pobres y hambrientos.

Así mismo la estrategia haitiana, posiblemente, estará enmarcada en que por un lado, empujar hacia el libre tránsito, estimulando una mayor migración, por el otro lado mantener una agresiva y bien orquestada campaña de denuncias a nivel internacional lo que su diplomacia sabe hacer muy bien, y más que por un tiempo, ha existido una especie de entendimiento de que los dominicanos no persiguieran con vigor a los ilegales de Occidente.

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