Relata aterrizaje por emergencia Jet Blue en JFK

Relata aterrizaje por emergencia Jet Blue en JFK

Desde que abordamos el vuelo número 827 a las 9:15 de la noche del lunes en el aeropuerto John F. Kennedy (JFK) de Nueva York con destino a República Dominicana, comenzamos a escuchar las quejas de una señora  que viajaba con sus dos hijas, una de 9 años de edad, y otra de 7, porque le habían asignado asientos separados.

La mayor de las niñas  estaba en la fila 2, la menor en la 22, y la madre de estas en la última, la número 25. La más pequeña fue nuestra compañera de viaje  en la fila 22  durante los 40 minutos que duró el primer frustrado intento de vuelo hacia la capital dominicana. 

De nada sirvieron las súplicas de la madre al personal de cabina para que permitiera que otros pasajeros que estaban dispuestos a moverse, cambiaran de asientos con sus niñas para que la familia pudiera estar cerca durante el trayecto.

El fuerte tráfico en las pistas del JFK provocó el primer retraso, pues el avión despegó a las 10:45 (hora y media después del abordaje), sin que los ayudantes de cabina hicieran algo por la familia para enmendar el error en la asignación de asientos, situación que afectó también a otros pasajeros que viajaban con parejas y no fueron ubicados juntos. “Cuando compré los boletos por Internet me pusieron al lado de mi sobrina con la que viajo, pero cuando nos chequeamos resulta que no estamos juntas”, expresó otra de las viajeras. Similar  situación  denunciaron otros afectados por la aerolínea, la mayoría dominicanos.

El pánico

A las 11:15 de la noche, la señora cuyo nombre nunca quisieron revelar los miembros de la tripulación a los periodistas que viajamos en el vuelo 827, comenzó a llorar en medio de una pequeña turbulencia, hasta perder el sentido, momento en que entonces sí fue atendida por los asistentes de vuelo, quienes le suministraron oxígeno, antes de que una doctora en medicina que viajaba como pasajera la chequeara y le tomara la presión, determinando que no era un caso de gravedad.

 El retorno.  Sin embargo, pocos minutos después  el capitán de la aeronave giró de vuelta a Nueva York, donde llegamos en un tiempo récord, a las 11:50 de la noche,   a una velocidad extremadamente alta, poniendo en peligro la vida de las 150 personas que estábamos a bordo del vuelo.

Al aterrizar en el JFK,  la señora (que bajó por sus propios pies) y sus dos desesperadas hijitas fueron desmontadas en la pista y conducidas a la  ambulancia y unidades de seguridad que las esperaban.   

 Mientras tanto, en lo que completaban el combustible del avión y el papeleo protocolar, el vuelo 827  con destino a Santo Domingo volvió a despegar a las 2:00 de la madrugada. Fue así como en vez de llegar al Aeropuerto Internacional de Las Américas a la 1:15, como estaba previsto inicialmente,  tocamos  tierra dominicana a las 5:00 de la mañana del martes 13.

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