Relatan esfuerzos de muchacho; no quería morir ahogado en el mar

Relatan esfuerzos de muchacho; no quería morir ahogado en el mar

Cuando Roberto Eduardo Martínez, de 16 años, se paró al borde del arrecife, frente a la urbanización Miramar, sólo quería que una ola lo mojara, para apaciguar un poco el calor. Eso dijo a unos amigos, pero en menos de un segundo vino el mar… y «se lo tragó».

Varios de sus amigos explicaron que vieron, con impotencia, cómo Roberto Eduardo luchó durante casi 20 minutos para no morir ahogado. Pero sus esfuerzos fueron en vano.

«Estábamos ahí abajo, en la orilla, y él quería que una ola lo mojara, pero vino una ola y lo sorprendió y lo tumbó, el mar se lo tragó», dijo José Manuel Morillo, quien estaba en el lugar al momento de la desgracia a la 1:30 de la tarde del sábado.

Precisó que en el lugar, ubicado frente a la urbanización Miramar, en el kilómetro ocho de la autopista 30 de Mayo, había exactamente doce jóvenes, todos amigos, la mayoría residentes en Ciudad Nueva.

De acuerdo con la versión de Morillo, cuando Roberto Eduardo cayó al agua se puso a nadar y a pedir auxilio; algunos de los presentes intentaron ayudarlo pero no lograron salvarlo.

«Hubo uno que se puso allá en la orilla para tratar de darle la mano cuando la ola lo subiera, pero cada vez que le topaba se le zafaba», relató Morillo.

Otra amiga, Laura Toledo, dijo que varios de ellos llamaron al 911 a los bomberos a través de sus celulares «pero nos colgaban el teléfono, porque no creían lo que le decíamos».

La jovencita afirmó que si la brigada de rescate hubiese llegado antes hubieran logrado rescatar vivo a su amigo, porque él resistió bastante tiempo nadando.

Los bomberos llegaron casi una hora después de la primera llamada, afirmó indignada y triste la jovencita.

La víctima era hijo de Roberto Martínez y Lutecia Batista, con quienes residía en la calle Estrelleta #156, en la Zona Colonial. Tenía tres hermanos y cursaba el tercer año del bachillerato.

Roberto Eduardo y sus amigos, casi todos residentes en Ciudad Nueva, trabajaban en la empresa Didácticos Toledo; él grapaba juegos didácticos de los que usan en las escuelas para niños. Era su segunda semana de trabajo en la empresa que tiene sus talleres en la urbanización Miramar, cerca de donde lo sorprendió la muerte.

Sus amigos dijeron que estaban en la hora de almuerzo cuando decidieron aproximarse a la orilla para refrescarse. «Pero él se acercó demasiado».

“NO PUEDO MAS”

«Ya no puedo más», fueron las últimas palabras de Roberto Eduardo, según cuentan sus amiguitos, testigos excepcionales de su lucha contra un enemigo miles de veces más poderoso: el Mar Caribe, que con furia lo empujaba hacia las rocas.

«El luchó más de 15 minutos y después dijo: que ya no podía más», manifestó Luis Carlos, otro de los amigos de la víctima.

Todavía ayer una brigada de rescate de los bomberos a bordo de un pequeño bote buscaba afanosamente entre las aguas el cadáver del menor.

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