¿Religión o relación?

¿Religión o relación?

Rafael Acevedo

Muchas personas se sienten defraudadas por las frecuentes fallas de profesionistas de la religión; sean estos sacerdotes, pastores, obispos u otros apelativos. Y toman esas faltas como excusa para distanciarse de la vida religiosa y de los valores que esta consagra.
Cuando se lee la Biblia con cierto detenimiento, es fácil percatarse de que Dios prefiere tratar con cada uno de nosotros ¡personalmente! Sin intermediarios. Cosa mucho más fácil entender en nuestros días, porque ya todos sabemos que no solo los americanos y los rusos pueden saber lo que estamos hablando en cualquier momento y lugar, sino que hasta gobernantes y particulares nos siguen mediante nuestros teléfonos, aún con ellos apagados. No estando lejos el día en que nuestras conversaciones serán interrumpidas para reprendernos e indicarnos la multa a pagar o el recinto carcelario donde deberemos auto internarnos. Por lo que actualmente resulta fácil entender aquello de que Dios nos observa todo el tiempo…Y que, igualmente, escucha nuestras peticiones.
Bíblicamente, usted ni yo necesitamos intermediarios para tratar con Dios. Ni al pastor ni al sacerdote. Lo que sí pueden ellos hacer, es ayudarnos a entender el Plan de Dios, y explicarnos cosas que generalmente ellos tienen más claras que nosotros.
Pero de ninguna manera la conducta personal de uno de esos religiosos debe afectar nuestra relación con Dios. Imagínese que usted hubiese sido contemporáneo de Oseas, a quien el propio Dios le ordenó que se casara con una prostituta y tuviese hijos con ella. Entender ese caso, como también otros, requiere dedicación. Digamos que es como ir a la escuela, si es que alguien toma en serio el instruirse para sobrevivir en este mundo… y el que venga.
Si usted se sienta tranquilamente, delante de Dios, tratando de hablarle, seguramente que se comunicará con él. Aunque puede que le tome un tantito, acaso el tiempo que le toma a cualquiera aprender a utilizar correctamente su nuevo celular.
Las nuevas generaciones tienen ventaja sobre los mayores. Muchos crecimos creyendo que ver un juego de beisbol que se estaba llevando a cabo en Nueva York ¡al mismo tiempo! era absolutamente imposible. Y todavía nos maravillamos y medio nos asustamos cuando nos dicen que dentro de poco los científicos de la CIA y la KGB podrán leer nuestros pensamientos.
Los jóvenes no tienen ese tipo de dudas. Aunque sí tienen a menudo el problema de creer que el hombre puede ser tan poderoso que no tendría ya necesidad de Dios.
Para eso sirven también los religiosos, de cualquier tendencia o secta: para ayudarnos a mirar otras realidades que no siempre caben en las estrechas conceptualizaciones de las ciencias naturales, empíricas y positivas. Porque hay muchísimo más del otro lado de la “ilusión de saber” que a menudo emborracha a profesionistas y hombres de ciencia.
Einstein, como buen judío, sabía que Dios suele ocultarse detrás de lo que los diletantes tan solo ven como resultados de las probabilidades. Afortunadamente, como dice Pablo, Dios manifiesta a los humildes lo que le oculta a los sabios… y a los soberbios.

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