Religión, sociedad y justicia

Religión, sociedad y justicia

John Sentamu, arzobispo de York y segundo en la jefatura de la Iglesia Anglicana de Inglaterra, se pronunció hace poco pidiendo al Gobierno y a empresarios mejorar la condición de vida de los trabajadores.

El alto líder religioso calificó de un escándalo nacional los bajos salarios que reciben los británicos bajo el mando del gobierno de David Cameron.

En su valiosa defensa a favor de la clase laboral, planteó que es un imperativo moral que los empleados ganen salarios justos para vivir de manera digna.

Por tal razón,  solicitó al Gobierno, a los sindicalistas y a los empresarios sentarse en la mesa de las negociaciones para iniciar un dialogo.

Pero además, arremetió duramente contra los funcionarios  y contra los empresarios que se ponían altos salarios mientras la clase trabajadora humilde gana solo centavos.

La actitud del arzobispo Sentamu es altamente ponderable.

La religión, cualesquiera que sea, no sólo debe ocuparse de los problemas espirituales de los hombres en esta tierra. Debe servir para algo más.

Las iglesias deben ser voz que abogue a favor de los que sufren, de los desamparados, de los que nada tienen y de los que son sometidos a grandes injusticias.

¿Cómo puede el púlpito permanecer indiferente ante la explotación de los derechos de los demás, la violencia, la maldad, la mentira, el engaño y la desfachatez de los que abusan vulgarmente de los indefensos?

¿A dónde irá a parar el pueblo si los referentes morales y responsables de enarbolar la verdad se mantienen indiferentes, neutros, callados y sin asumir decisiones responsables y justas?

En este tiempo hace un servicio muy flaco la religión que sólo exige mirar al más allá mientras el pueblo y fieles sufren en carne viva los estragos de la injusticia.

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