RAFAEL ACEVEDO Las religiones modernas, que son meras reediciones de religiones y filosofías hindúes, han eliminado toda noción de pecado. Son materialistas en el sentido de que para ellas materia = energía = espíritu; por tanto, todo es espíritu y todo es dios, luego, todos somos dioses. Lo mismo que le dice Satanás a Adán y Eva: Si adquieren el conocimiento del bien y del mal, serán como dioses. Una mentira doble: porque ellos ya eran como dioses, a semejanza de Dios; y porque el plan de Dios es el de hacerlos sus herederos.
Efectivamente, la Nueva Era y el Consumismo ya declararon al hombre actual el dios del mercado de bienes y del mercado electoral, también con tretas de que el cliente es quien manda, el que tiene la razón. (Ya el comunismo había anulado a Dios).
El consumidor-elector es el dios de los mercados, en definitiva, un ser autónomo, arrogante, que solo procura su satisfacción y su seguridad; carente de sentido de misión, de pecado y culpa: Considera que nadie puede juzgarlo.
Tiene un solo compromiso: su propio bienestar o satisfacción, y a su familia, como parte de su sistema de necesidades afectivas y sociales. Carece de compromiso social más allá de los elementos socioculturales que garantizan su bienestar. Su vida no es trascendente puesto que siendo dios, el mismo es su propio principio y fin.
Ocurre algo parecido con gobiernos y estados que carecen de planes y proyectos. El dominicano a lo sumo tiene un Presupuesto que opera como un vago enunciado de compromiso anual que implica cierta continuidad de acciones y funciones imperativas o críticas para la sustentabilidad del statu quo.
Dentro de ese esquema solamente lo pragmático y lo insoslayable tienen cabida. No hay principio ético o moral derivado de grandes metas y valores. Solo el día a día cuenta. No existen actos inmorales ni desmanes: solamente conductas moralmente neutras. Un modelo de Estado y gobierno donde el darwinismo es regla y razón: sálvese el que pueda, el más hábil oprima al inepto. A los del Gobierno y el PLD probablemente nadie les gana en eso. Tampoco hay garantía de que otros sean mejores dentro de los que tienen vocación de poder. Tenemos dos opciones: convivir y negociar con las presentes autoridades dentro de sus reglas fácticas; o fajarnos a desarrollar otras acciones y modelos de sociedad y liderazgo.