Santiago.- Pablo Ureña es un pastor evangélico y dirigente comunitario que ha desafiado el peligro y las múltiples amenazas por defender las causas de las personas más vulnerables de la sociedad.
Él disfruta ayudando a los demás. Servir a aquellos que menos tienen, es una herencia familiar que cosechó desde muy joven.
Ureña narró que cuando inició el programa Niños con una esperanza, en el barrio Santa Lucía, del sector Cienfuegos, en el distrito municipal Santiago Oeste, hace ya 21 años, aquella localidad era una “selva”, donde gobernaba la delincuencia.
Dijo que ir en auxilio de los niños buzos del vertedero de Rafey ha sido uno de los casos más impactantes
Vocacion temprana
“Desde pequeño yo defendía causas, sin conocer a Dios a fondo; si molestaban a un anciano, si había una injusticia con personas indefensas, ahí estaba yo. Eso lo aprendí de mis padres. Mi padre era un hombre demasiado sensible”, afirmó.
El pastor y dirigente comunitario, protagonista de múltiples luchas a favor de la clase más desposeídas, dijo que llegó a tener su casa una habitación solo para atender personas con problemas de drogas, desamparados, incluso, manifestó que llegó a recibir hasta enfermos con el virus del VIH-Sida.
Pablo Ureña inició su trabajo social luego de visitar la cárcel pública de Rafey, donde conversó con jóvenes que guardaban prisión, quienes narraban que sus padres eran ladrones o un drogadictos.
“Si hubiera sido mi elección, no lo haría. Para hacer todo esto, Dios trabajó conmigo”, contó el pastor y dirigente que, junto a su esposa Elizabeth Ramírez, con quien tiene 38 años de casado y han procreado tres hijos y un cuarto adoptivo, ha echado hacia adelante ese proyecto para ayudar a los más necesitados de la sociedad.
Para seguir con ese proyecto de impacto social, el pastor Pablo Ureña dijo que espera que las autoridades del Gobierno central y el sector privado de Santiago colaboren, a través del Ministerio Tiempo Decisivo, que maneja el programa “Niños con una esperanza.”