Remache

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Las limitaciones de la enseñanza pública son una realidad que solo puede ser revertida en base a una revisión minuciosa del sistema educativo que conduzca a realizar las inversiones necesarias.

Creemos que el esfuerzo, en estos momentos, no debería ser desperdiciado en tratar de contradecir y desmeritar afirmaciones sustentadas en los resultados de un estudio realizado por dos universidades locales de bien ganado prestigio académico.

También sería inútil empeñarse en refutar las opiniones emitidas por personalidades como la ex secretaria de Educación Ivelisse Prats de Pérez, el presidente de Acción por la Educación Básica (EDUCA), Juan Tomás Tavares Kelner, y el rector de la Universidad APEC, Dennis Simó, pues los tres están revestidos de indudable autoridad en la materia.

Los resultados del estudio de la Pucamaima e Intec no pierden mérito porque haya sido la estadounidense Elena Brineman quien los haya tomado como referencia para afirmar que la educación pública dominicana «está fracasando».

En todo caso, ese estudio corrobora sentimientos expresados por el propio Presidente Leonel Fernández, cuando ha deplorado que el crecimiento económico no se ha reflejado como debería en la situación de la sociedad, y ha expresado su intención de trabajar para lograr esa transferencia que, sin duda, abarcaría la calidad de la enseñanza que debe garantizar el Estado.

– II –

No hay forma de ocultar las debilidades de la enseñanza pública, como no la hay, tampoco, para negar que las presentes autoridades han hecho esfuerzos, insuficientes pero reconocibles, por modificar esta realidad.

En las matrículas de las universidades están incluidos estudiantes procedentes de la enseñanza pública y de academias privadas. Probablemente algunas de estos centros de estudios superiores han invertido tiempo, recursos y esfuerzo para llevar registros comparativos de las deficiencias académicas de los estudiantes de uno y otro origen.

Particularmente la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se vio obligada a mantener durante bastante tiempo el Colegio Universitario, cuyo objetivo único era preparar a bachilleres malformados hasta dejarlos aptos para ingresar a las distintas facultades.

La creación de esa antesala desnudaba la profundidad de las fallas de la enseñanza, sobre todo en el ámbito público.

El estudio ni quienes se han referido al mismo han dicho que las deficiencias de la enseñanza son responsabilidad de la presente administración.

Lo que sí se intuye es que siendo éste el Gobierno que más ha insistido en las virtudes del conocimiento, se justifique que se le pongan a la vista las fallas de la enseñanza y se le pida que haga lo necesario para repararlas, y esto sólo se logra con adecuados programas e inversión de recursos. Por eso remachamos sobre este tema.

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