Remedio eficaz

Remedio eficaz

El Gobierno y los médicos que sirven en el sistema estatal de salud llegaron recientemente a un acuerdo que aspira a poner término a un conflicto económico de larga data, que ha causado incalculables perjuicios a la población más desprotegida.

Mediante este acuerdo, los médicos se comprometen a desistir de los paros laborales en los centros asistenciales, y el Gobierno a consignar en el presupuesto general del 2006 los fondos necesarios para cubrir el aumento salarial exigido por estos profesionales.

Asimismo, ambas partes estarán representadas en una comisión que valorará la demanda de los médicos para que los hospitales sean acondicionados en sus plantas físicas y provistos de los equipos necesarios. Esa comisión hará las recomendaciones pertinentes sobre este punto.

Más que cualquier otra cosa, este acuerdo apuntala un axioma, pues se ha demostrado una vez más que el diálogo es el único medio de ponerle fin a los conflictos de intereses.

Aún las posiciones más rígidas, tozudas e intransigentes han tenido que ser desmontadas para concluir en diálogo entre las partes.

–II–

Es bueno anotar aquí que los gremios no pueden desgastarse en luchas infructuosas que pueden terminar aniquilándolos, desacreditándolos.

Pero tampoco resulta práctico que los gobiernos mantengan posiciones rígidas ante reclamos de reivindicaciones merecidas, pues nadie puede ocultar el hecho de que en la República Dominicana los médicos están muy mal pagados.

En todos los tiempos, la organización de los médicos se ha valido de paros y huelgas para exigir aumento salarial, que los hospitales sean reparados y equipados, que sean abastecidos de medicamentos y material gastable. Las ganancias conquistadas por esta vía han sido pocas, pero no así los daños por desatención sufridos por quienes tienen en los servicios del Estado la única alternativa de salud.

–III–

Como en todos los acuerdos hay compromisos, en la concertación entre el Gobierno y el Colegio Médico Dominicano hay palabra empeñada y muy mal parada ante la sociedad quedaría cualquiera de las partes si faltara al pacto.

El Gobierno, por un lado, tiene que consignar en el presupuesto del 2006 los recursos necesarios para mejorar los sueldos de los médicos, y éstos, a su vez, no pueden romper el compás de espera abierto en base al acuerdo.

Francamente, solo la actitud tozuda de ambas partes ha podido prolongar por tanto tiempo un conflicto como este.

El acuerdo Gobierno-médicos debería servir para revisar otras posiciones, como es el caso de la Asociación Dominicana de Profesores, que ya habla de paralizar la docencia esta misma semana. Dudamos que, como ha ocurrido con los médicos, esta fricción sea inmune a los efectos conciliatorios del diálogo franco y abierto.

Para el Gobierno y los médicos es tarea fácil establecer qué anda mal en los hospitales, qué les falta para que ofrezcan un mejor servicio a la población. Solo hay que trabajar en base a lo pactado por la vía del diálogo, que en todos los tiempos ha demostrado ser el remedio más eficaz.

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