Remedio para los deprimidos

Remedio para los deprimidos

TELÉSFORO ISAAC
La tormenta Noel, por un lado, ha dejado una secuela de pérdidas humanas, privaciones materiales y desconciertos. Por otro lado, ha causado alteración emocional, intranquilidad síquica y desconsuelo en muchas mentes y corazones. Pero es de notar también que almas piadosas, hombres y mujeres de buena voluntad, están dando muestra fehaciente de altruismo y de solidaridad.

Hay que consolar a los que sufren por las pérdidas de sus familiares, amigos y vecinos. Igualmente, hay que poner atención a los que fueron arruinados por los daños a sus viviendas, plantaciones o medios de subsistencia. Hay que ofrecer remedios a los deprimidos.

Una hojeada a la literatura a través de toda la historia, especialmente en la Santa Biblia, nos revela que la depresión psico-mental o el desconsuelo espiritual, es un mal que siempre ha azotado a personas de todas las clases y condiciones de vida.

El autor del salmo 130 parece haber escrito esta plegaria cuando se encontraba en estado depresivo, vacío espiritualmente, descorazonado, hueco y por eso se mantenía en pie y «con toda su alma esperaba al Señor».

El estado depresivo que los seres humanos sufren de vez en cuando, puede acarrear: desde tristeza vaga, melancolía profunda, hasta la contemplación de la auto-destrucción o suicidio.

La sequedad o vacío espiritual puede hacer que el hombre crea que Dios se ha alejado de él o que «ya nadie me quiere». Hemos oído repetidas veces de personas acongojadas expresando: «la vida no vale nada»; «¿para qué estar vivo?».

A veces nos parece estar en el fondo del abismo de la existencia y vemos nuestras vidas como estanques vacíos, plantíos sin rocíos, desiertos áridos o ríos desecados.

De tiempo en tiempo nos parece estar en el fondo del abismo espiritual, lánguido y descorazonado. A veces hay momentos de flaqueza espiritual, de debilidad psico-mental y desaliento por un agobio que no acabamos de comprender. Estos son los momentos cuando debemos clamar desde lo profundo de nuestra alma, al gran Ser y Creador, al Señor Dios y padre de todos.

Muchas veces cuando estamos en el estado de esterilidad espiritual, al tratar de reconciliar el descanso reparador, soñamos que vamos cayendo por un precipicio sin fondo, por un abismo oscuro, tenebroso y espantoso.

Algunos estudiosos dicen que los sueños son reflejos fantasmagóricos de la existencia efectiva que vivimos a diario; que son ilusiones subyacentes en la conciencia que representa el estado emocional.

Soñamos que nos hundimos en lo profundo del abismo, cuando en la vida ocurren hechos como la tormenta Noel y nos deprimimos. Experiencias como éstas vienen a ser como nubarrones que oscurecen el presente y ensombrecen el porvenir, nos agobia la sensación de estar abrumados y abatidos en el fondo de un abismo. Cuando esto sucede, la chispa incandescente de la fe, es el mejor remedio para nuestra depresión anímica o nuestra aridez espiritual.

El autor del salmo 130 llamó desde lo profundo; con su voz clamó desde lo íntimo de su corazón y «con toda su alma esperó al Señor». El salmista estaba confiado en que Dios escucharía su plegaria y pondría oído al grito de su ruego. Estaba confiado de que su fe era bálsamo para su depresión anímica, y que su aridez espiritual era curable por el rocío del ungüento divino.

Podemos caer inconscientemente en la profundidad del abismo de un estado depresivo o en la sequedad espiritual. Podemos sentir pena por nosotros mismos o desconsuelo en medida extrema. Aun podemos estar al punto de colgar los guantes y darnos por vencidos; pero, si en nosotros hay un hálito de fe, una chispa de esperanza, y una reserva de amor, con toda seguridad, nuestras vidas podrán cambiar con elevar «los ojos a los montes, de donde viene nuestro socorro» y hacer una plegaria al cielo como el poeta hebreo que puso su confianza en Dios, y dijo: «Desde el fondo del abismo, clamo a ti, Señor: escucha, Señor, mi voz! ¡Atiendan tus oídos mis gritos suplicantes!». (Salmo 130).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas