Remedios para el fracaso político

Remedios para el fracaso político

Literalmente ¿a qué se llama fracaso? es tener la conciencia de no haber alcanzado una meta o unos propósitos, o sentir la frustración por no lograr lo deseado, pese al esfuerzo e ilusión que habíamos puesto en lograr lo que se quería. Esa emoción negativa que se llama frustración la vamos a experimentar en cualquier etapa de la vida o en los diferentes espacios donde socializamos. La derrota, la traición, el engaño, la trampa, forman parte de la dinámica de los grupos, de los espacios donde existen intereses, ascenso, reconocimientos, beneficios, ganancias o ventajas.

Conforme a todo esto, es de esperar la lucha de poder, las confrontaciones, los conflictos y la crisis, propia de los temperamentos, carácter y personalidades que interactúan en la dinámica grupal. Sin embargo, la vida está tejida de aciertos y errores, de cosas que no han salido como se habían programado, y que otras veces no se cumplieron. Por lo general se aprende más del fracaso que del éxito.

Quien no asimila el fracaso adopta actitudes emocionales negativas: rabia, ira, enojo, frustración, resentimiento, odio, venganza etc. Las personas maduras, con inteligencia social y espiritual crece y asimilan el fracaso; no lo personalizan, no la hacen vertical, si no horizontal, no lo confrontan entre”los ellos y los nosotros” “los nosotros y los ellos” lo llevan a la dinámica “nosotros” no hemos sabido ponerle remedio al fracaso. Es decir, aprender a salir bien, cuando  a otros le va mal.

La historia y los pueblos están paridos de personas resilientes que han vivido el fracaso, los traumas, las derrotas, las traiciones y trampas, y han superado y han trascendido ante la frustración y el fracaso. Ejemplos: Duarte, Mandela, Lincoln, Gandhi, Bosch, etc.

Los remedios para superar el fracaso: lo primero es de no culparse ni culpar a los demás, lo segundo es abandonar el miedo, lo tercero es aprender a conquistarse a usted mismo. Al fracaso póngale un tiempo, valore la circunstancia, sepa esperar, maneje el silencio y la prudencia como armas terapéuticas. Por otro lado, organice el duelo, reflexione en la soledad, acuda a la perseverancia, la disciplina y el coraje de creer en usted mismo.

Recuerde, un optimista, dice J.Tilgman, es aquel que sabe cómo sacar sol y alegría de un día nublado y triste. El líder descansa su fuerza en su espíritu, no en los que le siguen. Abraza una autopía, asume un paradigma y pone luz larga, cuando los demás no saben qué pensar, qué querer ni cómo terminar. El líder es diferente al dirigente; El dirigente reparte, distribuye, divide, resta, acepta el chisme y forma grupo para sus propósitos. El líder, defiende una causa, crea una circunstancia, fomenta el crecimiento y las oportunidades; provoca una historia que queda en la memoria y la conducta de un pueblo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas