La felicidad y la salvación es personal. La construcción o elección de una pareja es una de las decisiones mas trascendente en la vida de una persona. Una mala elección de pareja puede representar infelicidad, sufrimiento, dolor y fracasos en el proyecto de vida.
Sin embargo, una elección de una pareja sana, donde se construye propósito de vida, sanidad, bienestar y seguridad, representa vivir en equilibrio y armonía.
El amor no está en crisis, en crisis están las personas, los modelos de elección de parejas, las creencias, valores y los propósitos de vida. Ahora vivimos en el “nada es para siempre” “todo tiene caducidad” “todo es desechable” y “todo es sustituible”, son las nuevas tendencias de la vida del mercado, de los estilos y paradigmas construido para el confort, la belleza, el placer, las gratificaciones y el presentismo de una vida que agoniza entre la prisa y el estatus social.
La toxicidad es algo que daña, contamina, enferma, afecta y se disemina en el organismo, afectando su defensa y haciendo más vulnerable, visto desde la infectología.
Una persona tóxica, es alguien de estructura de personalidad dañada, inflexible, emocionalmente inmadura que, no ha logrado asimilar el bienestar y la felicidad de las otras personas. O sea, los celos, la envidia, la inseguridad, los prejuicios y las defensas psicológicas infantiles, son los comportamientos disfuncionales e inadaptados en las personas tóxicas.
Una pareja toxica, una amistad toxica, un familiar tóxico, son los que viven en permanente conflicto, provocando y confrontando desacuerdos, errores y debilidades de las otras personas para atacar, descalificar o estimular el chisme, la desidia y los golpes bajos que, hacen sentir mal a las demás personas en cualquiera de los espacios.
Las personas tóxicas no conocen límites, prudencia, espacio, tolerancias, silencio, espera, tacto para saber qué decir, cuándo decirlo, cómo decirlo y a quién decirlo. Sencillamente, debido a su alto grado de inmadurez, son personas explosivas, iracundas, maquiavélicas, que saben cuando dañar, generar un conflicto, producir una traición, un desgano, un sufrimiento o amargarles la vida a las demás personas.
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Literalmente, las personas tóxicas son profesionales en producir sufrimiento y mantener en “ascua” la vida de los demás, es de ahí que, los tóxicos son impredecibles, inconstantes e incoherentes, su falta de inteligencia emocional y social, más su falta de proporcionalidad y discriminación para organizar respuestas adaptativas y funcionales antes los estresores psicosociales, familiares, de pareja, interpersonales o grupales. ¿Qué hacer con una relación tóxica? Poner límites internos y externos, aprender a decirle no, ser vertical en no aceptar manipulaciones, ni chantajes. Además, mantener las necesidades básicas no negociables en la lista de propósito de vida.
Siempre se debe aprender a poner distancia, alejamiento y salir de los espacios o zonas de influencias de las personas tóxicas. Salir de sus contactos, redes y donde estas personas marcan su territorio.
Lamentablemente, socializamos y convivimos con personas tóxicas. Sin embargo, no hay que involucrarse con una persona que critique, desvalorice, anule e invisibilice los resultados de vida de los demás. La resiliencia, la fortaleza emocional, las medidas de protección y de autocuidado hay que activarlas para protegerse de las relaciones tóxicas, para salir y poner candados emocionales y curitas psicológicas, remedios y ungüentos existenciales para siempre y por siempre, ante las relaciones tóxicas.