Remembrando el 24 de abril de 1965

Remembrando el 24 de abril de 1965

Con motivo del 54 aniversario de la llamada Guerra Patria, surgen en mi mente recuerdos imborrables que marcaron mi estadía en Francia, cuando a la sazón me encontraba estudiando en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de Paris, en la Plaza del Pantheon.
No conocía Rusia y se presentó una magnífica ocasión de visitarla vía una agencia de viajes universitarios que promocionaba: “El Primero de Mayo en Moscú. Me inscribí, ya que el precio era módico y muy atractivo. Partí desde el puerto de Le Havre en el buque ruso nombrado “Nadezhda Krúpskaya” en honor de la primera esposa de Vladimir Lenin, primer ministro y líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La primera escala, Southampton en el Reino Unido, en donde el buque penetró con una marcha rusa a todo volumen por los altavoces que atrajo a las personas que estaban en el muelle. Esta marcha fue una constante en todos los otros puertos que atracamos: Rotterdam, Helsinki y finalmente Leningrado hoy Saint Petersburg. Recuerdo que en el trayecto final, el mar estaba congelado y tuvo que venir en auxilio nuestro, el rompehielos Lenin.
En Leningrado, tuvimos la ocasión de visitar el acorazado Aurora, surto en el puerto, reliquia que era venerada por ser el primer buque soviético que expulsó los bolqueviches de la zona. Tuve la ocasión de visitar L’Hermitage, el museo más grande y majestuoso que en mis largos años recorriendo el mundo he conocido.
Después de tres días en esa histórica ciudad, tomamos un tren expreso hacia Moscú. Visitando con los demás viajeros el Kremlin, se me acerca un francés con un ejemplar de L’Humanité, periódico de los comunistas en Francia, con el titular: “Révolution en Saint-Domingue”, donde puede apreciar las fotos de Caamaño y Héctor Aristy, ambos con fusiles en mano. A partir de ese momento, el resto del tour se tornó una pesadilla, al no tener noticias de mi familia e incomunicado debido al telón denominado de Acero que dividía los comunistas de los demás países del mundo Occidental. Por eso, aunque quedé deslumbrado del poderío ruso en el desfile militar del 1ro. de mayo, y más impresionado con la momia conservada del cuerpo de Lenin, que parece más bien que está durmiendo, mantenía un remolino en mi cabeza, de solo pensar, que el único varón de la familia se encontraba en tierras tan lejanas.
De Moscú partimos en tren hacia Yalta y visitamos el lugar histórico en donde se reunió la Conferencia de Yalta convocada por Lenin con la asistencia de Winston Churchill y Franklyn D. Roosevelt y en donde el primero sacó la mejor partida.
Entonces, tuve la ocasión de inaugurar el último trasatlántico de la flota soviética: el Ivan Franko que finalmente nos trasladó al puerto de Marsella, desde donde raudo partí hacia Paris. Mi visita obligada fue para la Embajada dominicana en donde el amigo embajador y compueblano doctor José Augusto Puig, me permitió hacer una llamada a mi madre en donde me puso en conocimiento que nuestra casa estaba ocupada por las tropas brasileñas, pero que tanto ella como mis hermanas, estaban a salvo en la Zona Universitaria.
Todas las mañanas buscaba en la prensa francesa los acontecimientos de lo sucedido en Santo Domingo. La preferencia de las noticias la constituía el legionario francés Jean Pierre André de la Rivière, quien al lado del comandante de los Hombres Rana, Manuel Ramón Montes Arache, daban muestras de un valor fuera de serie, hasta que un francotirador desde los Molinos Dominicanos, sesgó la vida de Rivère al cual reconozco que no se le ha rendido el homenaje que su valentía mereció.
Retorné al país el primero de enero de 1966. Mi madre me informó que le había comunicado al comandante brasileño de nuestra casa, que tendría un problema conmigo por utilizar mi cama. Sin embargo, el día que fui a nuestra casa sita en la Dr. Delgado esquina Moisés García, los brasileños habían dejado el claro y solo permanecían las barricadas de sacos de arena y una caja de granadas, que al parecer en su prisa olvidaron. Llamé a la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) para que la recogieran. Mi mayor frustración fue no haber estado en mi país defendiendo su Soberanía.

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