Remembranzas barriales de Mario Emilio Pérez

Remembranzas barriales de Mario Emilio Pérez

Teófilo Quico Tabar

Hace ya unos meses, al expresarle condolencias a Mario Emilio Pérez, evidentemente compungido por la muerte de su hermano Julio, dijo frente a varias personas presentes en la funeraria, que cuando me ve o lee algo de lo que escribo se acuerda de Orlando Martínez y Cuqui Caamaño. Por lo que narramos algunas cosas del porqué de esa asociación de ideas y complazco algunos de los presentes.
Cuqui Caamaño, hermano de Fellita, Claudio y Daisy, había vivido en San Miguel, cerca de Mario Emilio. Luego fuimos vecinos y trabajamos juntos en el CEA. En ciertas ocasiones visitamos el restaurante El Dragón, en la Dr. Delgado esquina Independencia. Allí había buenas tertulias de artistas e intelectuales, entre ellos Mario Emilio, a quién conocí precisamente por vía suya.
Orlando Martínez vivía en la calle Leonor de Ovando, vecino de la casa de mi hoy esposa. Ambas familias tenían relaciones de amistad. Lo mismo que con otras familias del sector, tales como Miriam, una de las hijas de Billo Frómeta y esposa, Fredy Amado Gómez; los Hasbún; Leyba Carbonell; Soto; Tony Fernández; Rivas; Bergés; Macdougal; Teo Veras; Brea; Mejía; Lluberes; Lugo; Selman; Asilis; Prieto; Valdez Mena; Abel González; Collado; Isa; Lembert, Gerónimo Pellerano; Chalas; González Pons; Curet, etc.
En la casa de Sergio, Tucídides, Nelson y Orlando Martínez Howley, en ocasiones practicaba el conjunto de rock and roll de Walterio Coll. A veces transportados por Frank Cabral Calcaño en su Jeep. Y aunque vivíamos en Ciudad Nueva, íbamos a ver los ensayos, junto a Ningo Cáffaro, Oscar Holguín-Veras, hoy viceministro de Cultura, Carlos Gimbernard y otros amigos del vecindario. Allí volví a coincidir con Mario Emilio. Walterio también ensayó en la casa de los Hasbún de la calle Lovatón.
Cuando comencé a frecuentar la casa de mi hoy esposa Zoila, en planes de conquista amorosa, Sergio Martínez, hermano de Orlando, me dijo que los de Ciudad Nueva no podían pretender conquistar una jovencita de Gazcue o ensanche Lugo. Hay que recordar que en esa época habían ciertas rivalidades barriales juveniles: San Carlos, San Miguel, San Lázaro, San Juan Bosco, Ciudad Nueva, Gazcue.
En una ocasión, en la que fui al periódico El Nacional a llevar una nota de prensa, mientras hablaba con el jefe de redacción, pasó Orlando, que no era de mucho hablar, y dijo: Sergio dice que tú llegaste al barrio, viste y venciste. Todavía cuando nos encontramos con Sergio, siempre cariñoso y afable, bromea con ese episodio.
Era una época difícil, pero aún así, romántica. La amistad y el respeto prevalecían por encima de las diferencias ideológicas. Los vecinos se trataban como familias. Había incluso celos barriales. A los desconocidos en sus sectores se les ponía ojo o atención. Así me vieron en principio los amigos eternos de la Leonor de Ovando, Lugo y Bernardo Pichardo. Un desconocido, que se quedó viviendo ahí hasta el sol de hoy. A eso se refería el estimado amigo Mario Emilio Pérez cuando hizo remembranzas de una larga amistad.

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