Remembranzas de una mesa de poker

Remembranzas de una mesa de poker

VIRGILIO ALVAREZ BONILLA
La mesa de poker de mi abuelo Cucho estuvo activa hasta el mismo día de su muerte, todos los domingos y algunos miércoles un grupo de amigos se daba cita en la casa del viejo para jugar al poker de manera amistosa y pasar largas horas entre anécdotas y recuerdos. La mesa no era originalmente del viejo Cucho, había ido transfiriéndose en la medida de que los herederos de la misma dejaban de existir. Las reuniones se iniciaron en la casa de recordado amigo don Gilberto Pellerano en la calle Lea de Castro en el sector de Gazcue. En aquella mesa original compartían junto al anfitrión, mi abuelo Cucho, Yuyú Pellerano, Jaime Ricart Vidal, el doctor Frank Hernández, el odontólogo Fernando Correa, don Abad Henríquez (don Baba) y ocasionalmente Altagracia de Najri y yo.

Al morir don Gilberto, la mesa fue donada a don Baba, quien la instaló en una amplio espacio contiguo a su residencia en la calle Hermanos Deligne, también en Gazcue. Allí se incorporaron Arsenio Velásquez, Cirilo Castellanos y Nabú Henríquez. Esta etapa duró varios años hasta la muerte de don Baba. Importantes acontecimientos ocurrieron durante las acostumbradas tenidas de poker, recuerdo que estando jugando en casa de don Baba un día, él pidió permiso para suspender temporalmente el juego “presenciemos un acontecimiento que ninguno de nosotros volverá a ver”. Se trataba del primer alunizaje de parte de los astronautas norteamericanos. La famosa mesa fue heredada por mi abuelo testada por don Baba, que así se lo hizo saber a sus descendientes. Mi abuelo la instaló en la galería trasera de la casa, le hizo algunos arreglos, cambiándole el paño y pintándola pero la mesa siguió siendo la original.

Los domingos allí nos juntábamos a partir de las tres de la tarde, continuaron asistiendo, Carreíta, Cirilo cuando estaba allá, el doctor Irrizarry Jaime, Nabú, Jaime Guerrero y yo. La mesa por supuesto tuvo variantes, unos dejaban de ir y otros venían, los que se integraron posteriormente fueron Luis Mercado, Federico Maldonado, Juan Marichal y el general Carlos Castillo Pimentel. Cuando me enteré por la “Coctelera” de la muerte de Nabú Henríquez, me vinieron necesariamente a la mente las remembranzas de aquellos momentos agradables. Nabú fue un gran amigo, llegaba siempre muy temprano a la casa del viejo, para conversar con él en la oscuridad de su habitación sobre muchas cosas del pasado, allí los encontraba solos en la penumbra hablando de Modesto y de Juan Tomás, recordando al viejo Lucas Díaz y compartiendo anécdotas que sólo los indestructibles lazos familiares pueden sustentar.

La mesa de poker del viejo Cucho, hay que recordarla como lo que fue, una razón para juntar un grupo de amigos en franca camaradería donde entre bromas y chistes pasaban un largo e inolvidable rato- La mesa estuvo viva hasta que un domingo ya hace veinte y ocho años se terminó con la muerte del viejo Cucho. Muchos de sus componentes también se han ido, el último de ellos fue Nabú. Sólo el recuerdo perdurará ahora.

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