Remenead el altar y caerán los falsos héroes

Remenead el altar y caerán los falsos héroes

Confieso que siempre tengo presente la frase citada por Martí “todo el que se mete a redentor, termina crucificado”.
Para mí, el mejor ejemplo es lo ocurrido con Duarte, Sánchez, Mella y otros padres de la Patria, a quienes el gobierno nacional declaró traidores a la Patria y los expulsó a perpetuidad.
Confieso mi mucha ignorancia, por ello, desconozco si alguna vez se produjo un pronunciamiento oficial de desagravio a la memoria de esos reales Héroes Nacionales.
Vemos que el Congreso declara Héroe a cualquiera cuyos familiares cabildean tal distinción, o tienen una posición preponderante en el gobierno, como si tan alta condición se pudiera obtener por una declaración o un decreto.
El héroe, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es: el hombre (o mujer, agrega bgp) que lleva a cabo una acción heroica.
El heroísmo se mide por las hazañas o virtudes o acciones de personas famosas.
Hay una diarrea de “héroes nacionales” por decretos o resoluciones.
Cuando se ha vivido mucho la ancianidad nos distingue con acortar la vista, lentificar los pasos y nos facilita tiempo para pensar, sopesar y recordar, vemos cómo se glorifica a personas que carecen de méritos, dado que a su paso por la vida han dejado grandes manchas y pocas virtudes. Sin embargo…
Tenía razón el señor Henríquez y Carvajal cuando dijo en el panegírico en ocasión de la muerte de Eugenio María de Hostos: «Oh América infeliz que sólo sabes de tus grandes hombres cuando son tus grandes muertos ….”
El abogado santiagués Julián Ramia comentaba, con profundidad y sabiduría, que el país seguía gobernado por la oligarquía lilisiana. Era la década de 1960.
Vemos como ahora una nueva clase, voraz, imposible de satisfacer en su hambre de glorias propias, que no las tienen, quiere honrar el pasado, yerra e intenta convertir en héroe a quien en viva no pasó de ser un carajo a la vela. Que revisen.

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