Remesas
La diáspora ayuda a pagar las cuentas

Remesas <BR><STRONG>La diáspora ayuda a pagar las cuentas</STRONG>

POR JOHN AUTHERS
María es una empleada que trabaja para una de las familias ricas de Santo Domingo. Su esposo Julio trabaja en restaurantes en Washington y envía dinero a casa para ayudar a su esposa y dos hijos, además de a su madre.

María recibe sus remesas todos los meses en forma de paquete en billetes de dólares que trae un mensajero. El negocio de llevar y entregar dinero en efectivo a las familias es próspero en la isla. Entonces, María se dirige, digamos, a una filial de Western Union para convertirlos en pesos dominicanos.

“Esto es muy importante para mí”, dice. “Pago los gastos de los niños, el teléfono, la luz,  el agua, el celular y el transporte público y la comida. Todo. Nos paga todo”.

Julio no disfruta su vida en Estados Unidos, nos dice María, y el trabajo le resulta muy duro. Sin embargo, agrega: “Las personas serias se obligan a trabajar para garantizar el futuro. Es una inversión en el futuro de su familia. Esperamos que haya más oportunidades para los niños, que están estudiando en el colegio”.

El caso de María no es nada raro. Cualquier dominicano pudiera decirle que la segunda ciudad de República Dominicana, no está en la isla La Española, sino en Manhattan. Más de un millón de los aproximadamente 9 millones de habitantes vive fuera de la isla, y la mayoría se congrega cerca del extremo norte de Manhattan, en Nueva York. Hay más a lo largo del corredor nordeste de EEUU, en Boston y Washington D.C.

La diáspora se ha convertido en una fuente potente de divisas. Los dominicanos recibieron más de US$2,7 millardos de sus parientes en EEUU el año pasado, equivalente al 14% del PIB de República Dominicana, y eso parece haber subido a US$3 millardos. Con la excepción de El Salvador, donde las remesas también representan 14.5 del PIB, convierte al país en el país de América Latina con mayor dependencia de EEUU.

Hay muchas personas como María para quienes las remesas significan la diferencia entre que sus hijos tengan que ir a trabajar, o continúen asistiendo a la escuela. Es por eso que los dólares de la diáspora se invierten en capital humano. Sin embargo, República Dominicana no está aprovechando la oportunidad de utilizar las remesas como un motor para el crecimiento. Los clubes de emigrantes de El Salvador han construido estadios de fútbol y han reparado puentes. En México, que recibió US$20 millardos el año pasado, los fondos federales de complementarios ayudaron a canalizar las remesas en proyectos como mejoramiento de caminos y agua potable en las comunidades pobres, mientras que los trabajadores emigrantes pueden solicitar una hipoteca y ahorrar en una pensión mexicana. Nada como esto existe en República dominicana. Por el contrario, el dinero se dedica casi en su totalidad a mantener la subsistencia de las familias.

De acuerdo con Leonora Suki, el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, quien realizó un estudio de la remesas que envían a República Dominicana para el Banco Interamericano de Desarrollo, las razones de lo expresado son en gran medida culturales e históricas. “La migración dominicana está sumamente concentrada, y ellos tienen redes sociales muy activas”, comenta. “Segundo, muchas compañías que operan en el corredor nordeste son compañías dominicanas con raíces muy fuertes en la comunidad”.

“Y en tercer lugar, desde un punto de vista humano, los dominicanos están entre los grupos latinos con el nivel de educación más bajo. Por eso es mucho menos probable que las personas sientan la necesidad de utilizar instituciones financieras alternativas, y por lo general, usted ve que las remesas las envían mediante compañías que le recomiendan amigos o familiares”. Freddy Ortiz, presidente de la Asociación Dominicana de Compañías Remesadoras dice que la influencia de los agentes de remesas independientes en EEUU es decisiva. 

“El agente en Nueva York gana más cuando lo hace en dólares y no en pesos”, dice. Añade que el arreglo es “verdaderamente inconveniente” para las compañías en República dominicana, puesto que se ven obligadas a adquirir millones de dólares en efectivo cada día. No hay un sistema de cuentas corrientes en dólares en la isla. Por el contrario, hay que acordar transporte seguro para mover el efectivo entre las 560 sucursales que las cuatro grandes compañías remesadoras dominicanas han establecido en todo el país. 

En comparación, el flujo de dinero a otros países que son grandes receptores de remesas en la región es casi exclusivamente electrónico. También tienden a ser cantidades mayores, más económicas. La remesa promedio a México o El Salvador es más de US$300. Los dominicanos envían a sus familias menos de US$200 cada vez, según la señorita Suki, en parte porque le envían a más personas.

Los grandes bancos comerciales han realizado esfuerzos intensos por entrar a otros mercados en la región, pero el mercado dominicano sigue estando dominado por las agencias de remesas y los correos. De acuerdo con la señorita Suki, el sistema se ha desarrollado de tal forma que excluye a los bancos, y a estos les resulta difícil encontrar una vía -aunque algunos parecen estar tratando de expandirse en la comunidad dominicana en EEUU mediante la compra de una agencia pequeña.

La supervivencia del costoso sistema dominicano también ha contado con la ayuda de la Ley Patriótica de EEUU, aprobada después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, para combatir el lavado de dinero. La ley ha tenido poco impacto en los flujos al resto de la región, dominados por grandes bancos con gigantescos departamentos para velar por su cumplimiento. Esto le ha complicado la vida a las compañías más pequeñas que tratan de entrar al mercado para enviar el dinero de los dominicanos.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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