Remueven cielo y tierra tratando de probar que descienden de Horacio Vásquez

Remueven cielo y tierra tratando de probar que descienden de Horacio Vásquez

Agradecen a la Iglesia Católica en la persona del arzobispo de Santiago, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, y al Estado Dominicano, las facilidades que les han proporcionado en sus afanes por demostrar su descendencia del ex Presidente Horacio Vásquez y doña Trina de Moya. El mitrado les firmó una carta autorizándolos a exhumar los restos de la distinguida pareja, afirman. El procurador general de la República también. Si el doctor Víctor Céspedes dice que no autorizó la acción, no se refiere a ellos sino a una falsa familia que por años ha estado asegurando estar emparentada con el histórico matrimonio, según declararon a HOY Edith, Fortunato II Horacio Reynoso González y Horacio Antonio Reynoso Santana, proclamados nietos de Vásquez y de Moya, cuyos verdaderos nombres, según ellos, eran Alfonso María Isabel Borbón y Braganza Bernaldo de Quiroz y Muñoz (Horacio) y María de las Mercedes Isabel Teresa Cristina Alfonso Jacinta de Borbón y Hadsburgo Lorena Infanta de España (Trina).

De la Rosa y Carpio, añadieron, “se comunicó con la Santa Sede” para expedir el consentimiento, aseguraron, y fue más lejos: “permitió que se haga una cripta en la iglesia de Tamboril para enterrar a nuestro padre y a todos nosotros, y ya se está construyendo”. Los cadáveres descansarían junto a los restos de sus supuestos antepasados. La complacencia del purpurado con estos hermanos se debe, expresaron, a que “la Iglesia es parte del cuerpo de albaceas. Por eso acepta nuestra petición y no le hace caso a otra familia. La Iglesia, el Estado Dominicano y la Corona Española saben que somos los verdaderos nietos y familiares. Los demás no son nada, son usurpadores”, enfatizaron.

El día de la exhumación estuvo presente Dhimas de Moya, “que es Arias”, aclararon, y que ya sabe que no es pariente de la ex primera dama pues les declaró a estos “que era su mamá quien se lo decía. Ahora somos amigos”, significaron.

La respuesta de los hermanos a las declaraciones del procurador, alegando desconocer lo relacionado con el desenterramiento de los despojos mortales de Horacio y Trina, fue: “El procurador es claro, a él le preguntan con relación a Guzmán Meléndez y los Guzmanes, a él no le preguntan con relación a la familia Reynoso González, se refiere a personas que no somos nosotros, que sí tenemos autorización”.

“Vuelvan a preguntar al procurador qué familia es que ha pedido la exhumación y en qué circunstancias se ha manejado el proceso y cuáles instituciones han tenido sus cartas firmadas, que no son una ni dos, es un proceso serio, no se lo autorizó a otros, a nosotros sí, porque esta es la verdadera familia de doña Trina y don Horacio”, replicaron.

-¿Entonces el procurador está confundido?-, se le preguntó. “Confundido está el periodista que preguntó”, respondieron. Al cuestionarlos sobre sí saben lo que consultó el reportero, reaccionaron: “Es evidente, porque no habla de la familia Vásquez, habla de la familia Guzmán, Barón y todo ese tipo de cosas”.

-Aquí habla de la familia Vásquez cuando dice que él no autorizó la exhumación… – se insiste y ellos reiteran exaltados: “Porque hay una familia Vásquez que se cree familia y no lo es, que también quiere participar en pruebas de ADN, igual que la familia Guzmán, y eso sí es una aberración y una falta de respeto a los restos del Presidente y doña Trina”. Lo de ellos no lo es, afirman, “de ninguna manera, porque tenemos todo el derecho, porque es la familia y somos los nietos”.

[b]Una costosa investigación[/b]

El cuarteto dice que lleva invertidos más de cuatro millones y medio de pesos en sus investigaciones, y que hasta el cardenal los ha apoyado, “sí, el Cardenal, le hemos solicitado documentos del archivo del Arzobispado de Santo Domingo y nos lo dan todo. El Estado y la Iglesia nos han permitido el proceso”, aseguraron.

Entrevistados en el salón de un restaurante que reservaron para el encuentro, contaron la extraña relación de sus reales y nobles antepasados, mostrando fotos de “la usurpadora” que durante años se hizo pasar por doña Trina, que no era otra, según ellos, que Claudina Montañés de Grieser, “la persona que cuidaba a nuestra abuela (Trina), que sufría de tuberculosis al igual que su padre Alfonso XII, y ella heredó los mismos bacilos. Claudina era la dama de compañía cuando Trina viajaba a Estados Unidos a su tratamiento, esa señora que aparece como Trina de Moya, la representaba. Esa enanita que está ahí, era mi abuela”, explica Edith mostrando una foto de los tres: Horacio, la supuesta verdadera doña Trina y la enfermera. “Trina era una princesa fugitiva que se refugiaba en San José de las Matas”, declaran.

“Papá me preparó, me cuidó mis hijos en Nueva York para que yo fuera la que sacara esta verdad a todo el mundo”, refiere Edith dando cuenta de su formación profesional, sus agencias de viajes en Norteamérica, su spa turístico y sus hoteles en Puerto Plata y Santiago donde Fernando, su consorte, fue su empleado, manifestaron. Además, dice que administraba un edificio de apartamentos en Nueva York, y dice ser contadora pública autorizada, historiadora de Saint Johns University y de Herbert Lehman College, miembro fundadora de la Sociedad de Economistas Dominicanos en Nueva York. De nada muestra diplomas.

Fernando, su cónyuge, narra que fue maestro de escuela primaria en Santiago y administrador de uno de los negocios de Edith. Alfabetizaba adultos y educaba a niños retardados. Es poeta, escritor, cantante, productor discográfico con Manuel Tejada, ganador de festivales, gran lector, estudia Derecho Premial, heráldica y nobiliaria en Apec, comunica. Horacio Antonio fue profesor de educación física en Montecristi y ahora reside en USA y Fortunato lleva treinta años ordenado ministro de la iglesia pentecostal Esperando la Hora. “Aquí tengo mi propio concilio en Dajabón, donde llevo veintiséis años trabajando como líder comunal. Salí en los doce años de Balaguer por persecución política, simplemente porque éramos los nietos de Horacio Vásquez y querían desaparecernos”.

A todos los persiguieron en el trujillato y en el balaguerato, expresan, pues su descendencia “es un secreto de Estado”. Dice Edith que a su papá, Horacio de Jesús Reynoso, lo envenenaron dos veces para matarlo, cuando Trujillo, que en 1944 presuntamente prendió fuego a Villa Vásquez para eliminarlo. Es extraño, sin embargo, que fuera en 1968 cuando se ausentara del país. Murió en 1986.

Porque los hermanos no sólo reclaman su hidalgo parentesco. También exigen supuestas propiedades que tuvo Horacio Vásquez en el país y que algunos abogados inescrupulosos, con papeles falsos, se las están adjudicando a extraños con sólo advertirles: “digan que son descendiente de Horacio Vásquez”. Esperan obtener, además, riquezas que el ex mandatario dejó en manos de la Iglesia, en la que confió porque esa institución “es una tumba”. “Lo que se da a guardar a un sacerdote, lo entrega, ellos no traicionan”, opinaron. “El rey de España, el Estado Dominicano y la Iglesia Católica son los que nos deben entregar a nosotros”, declararon.

La historia de la ascendencia es extensa y rara. Los llamados Moya “eran criados, no tienen nada que ver con María de las Mercedes (Trina) hija de Alfonso XII. Todo está documentado. Don Horacio desciende del mismo trono de doña Trina, que es Carlos III, y llega a la República Dominicana en uno de los muchos autoexilios del infante Sebastián Gabriel Borbón Braganza Borbón (Basilio Vásquez) su padre. Horacio no nació en Moca, sino en Madrid, en 1866, al igual que el padre de estos reclamantes, explican. Trina y Horacio, agregan, tuvieron cinco hijos: Alfonso, Fernando, Isabel, Claudinita y Alicia, Borbón, en España, Vásquez aquí”.

Añaden, en otro orden, que El Barón de la Atalaya fue un título nobiliario que Horacio heredó de su padre, que nada tiene que ver con fortuna. El dinero que hay, afirman, es de herencia, Trina era hija de un rey, ella heredó. José Guzmán, agregan, era un trabajador de la finca de Horacio, que le solicitó quinientas tareas de tierra para trabajar café. “No tenemos nada que ver con él, no somos lacayos, somos descendientes de reyes y José Guzmán es un trabajador de un rey, con un contrato por el cual se le concedió el título para que no se supiera quien era el verdadero poseedor”.

Tienen papeles notariales sellados, firmados por R. A. Font Bernard, director del Archivo General de la Nación, y expresan gratitud por el personal de ese organismo que los ha orientado. Una segunda entrevista con ellos se produjo en el acogedor salón con aire acondicionado de la Gobernación de las dependencias de la Secretaría de Cultura, donde estuvieron acompañados por el encargado de personal señor Ramón Mella.

“Nosotros tenemos el derecho de proceder como estamos haciendo. El hecho de que la Iglesia Católica aceptó el que se realizaran las pruebas de ADN y que se construyera la cripta es un reconocimiento tácito a nuestra filiación”, concluyeron.

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